Testigo: Aldo Lizardo Zerdán.
Hermano de Ana.
Pronunció: “Quiero saber quien mató a mi hermana”
Mientras Ana y Juan Carlos eran pareja solo vino de visita una vez a la ciudad de Cipolletti.
Según él, Ana quería dejarle el laboratorio a su hija Marcela.
Juicio sucesorio los cobraron sus hermanos y él. Miguel Zerdán se quedó con el automóvil Ford Fiesta de Ana.
Dijo desconocer quien vendió la casa, aunque si sabía que la apoderada en primera instancia fue Rosario Moll. Tampoco conoce acerca del desalojo.
Sabe que su hermana Miriam le hizo una carta a Juan Carlos Aguirre tiempo después de la muerte de Ana. Aunque desconoce el contenido de la misma y lo que en ella se le hubiese solicitado a Aguirre.
Sabe que el cuerpo de Ana se encuentra en la bóveda de la familia “Lizarasu”.
Por último agregó que no vino a ser indagado sobre los bienes de su hermana, sino a que se descubra la verdad.
Testigo: María Cristina Garrido.
Viuda. Amiga de Ana
Dijo: “Quiero que se conozca la verdad”
En el momento del deceso de Ana ocupaba el cargo de concejal en la ciudad.
Al enterarse del hecho, se acerca hasta el laboratorio, donde se quedó hasta la llegada del juez Juan Torres. Hugo Medina le pidió que se quedara con Juan Carlos. Llega a la comisaría donde acompaña a mi padre. Según ella, estuvo un largo rato a solas con mi padre, consolándolo en la comisaría cuarta, desde las 8 hasta las 11 de la mañana, dijo.
“A J.C. Aguirre lo veía tranquilo, muy preocupado por el mismo, contando lo que le había pasado y lo que el había ocurrido a Ana. Nunca lo ví llorar. Juan Manuel lloraba histéricamente, pero no era un llanto de dolor”. No recuerda nada acerca de las llaves.
El tribunal, o el abogado defensor, no recuerdo bien sepan disculpar, le preguntó porque dijo que estaba consolando a Aguirre si a su vez declaró que no lo veía mal o triste.
Estos datos sobre nuestro estado de ánimo no los recordaba en sus dos declaraciones anteriores, cercanas en el tiempo al crimen. Dice que no lo hizo porque no le preguntaron acerca de ello. Ajá.
De todas maneras aclaró:” Todo lo que digo es subjetivo”, Ajá, otra vez.
A esto el tribunal le respondió "Queremos enriquecernos con sus vivencias, no conclusiones".
Ana le habría contado que sus finanzas no estaban bien, que se cobraba poco que estaba preocupada por sus bienes, pero era una preocupación normal. Según la señora Garrido, Ana le habría dicho que la relación Juan Carlos no andaba bien. Y que ella era la que debía ponerme límites a mí, ya que mi padre no lo hacía.
Luego contó que Ana estaba en una muy buena situación económica. Entonces se le preguntó si Ana andaba bien o mal económicamente, a lo que respondió:”Se puede tener capital pero no efectivo”
El 30 de septiembre de 1999 declaró:”Ana me contó que últimamente la economía era peor, no podía cobrar en término sus haberes con respecto al laboratorio, y que no sabía que hacer con “Espacio”, fútbol 5.
Destaco una frase muy especial que la testigo expresó (no es exacta):”En ese tiempo notamos una ausencia de justicia, entonces obramos en consecuencia”, refiero esto a modo de introducción al movimiento por la justicia del cual la testigo formó parte. Acerca de ello nos dejó más preguntas que respuestas.
Formó, junto a otros allegados, una comisión investigadora, hicieron reuniones en la plaza central, todo para encontrar una solución al asesinato de Ana Zerdán. Sin embargo…nunca dialogó acerca de las hipótesis con los policías encargados de la investigación, aunque participaban en colaboraciones permanentes. Sabía acerca de la existencia de esas hipótesis, pero desconocía las críticas hechas por los policías en la cual éstos contaron que allegados a la política local le acercaban personas que habrían nuevas pesquisas, que luego no llevaban a ningún lado.
Es más, en las declaraciones hechas el 30/9/1999 en sede policial y el 23/11/2000, dijo desconocer a los investigadores de la causa.
Al igual que otros testigos, ahora recuerda más detalles que en sus interrogatorios iniciales y muy cercanos al hecho. Ahora, certeramente aparecen las sentencias, y éstas siempre portan un tufillo tendencioso en contra de los imputados, o sea nosotros.
También dijo que recibió amenazas telefónicas, a lo cual se le leyó su declaración anterior, en la cual el principal Uribe le insistía sobre sino había reconocido mi voz en dichos llamados. Lo cual la testigo negó. Luego se identificó el teléfono desde el cual recibió los llamados, siendo éste propiedad del padre o el suegro del Secretario de gobierno de la provincia de Río Negro en ese entonces. Después se descartó cualquier avance.
Al terminar de comparecer le deseó suerte al tribunal, a lo cual el presidente de éste le respondió que no era una cuestión de suerte. Dijo:”La justicia tiene que ser clara”
Uno de los vocales efectuó la última pregunta, ésta era acerca del pedido de juicio político que la comisión investigadora de entonces le hizo a la Cámara Primera de General Roca en ocasión de otorgarnos la libertad luego de nuestras dos primeras detenciones. Pedido que se habría hecho por medio de una resolución del consejo deliberante de Cipolletti.
Respondió que no recordaba acerca del incidente.
Más le vale, pensé yo (permítaseme un je je).
Testigo: Marcelo “Chino” Castro.
Argentino. Periodista.
Realizó en octubre del 2002 un informe en el cual se relacionaban los crímenes de Laboratorios Lacyb, el asesinato de Ana Zerdán y la contaminación del agua por metales pesados en el pueblo de Añelo.
Compartió la investigación y autoría con la periodista Silvia Nuñez. Dicho artículo se publicó en el diario “La mañana del Sur” (hoy “La mañana de Neuquén”)
En ese tiempo visitaron en Añelo, la casa de Nora Apablazza y Leopoldo Araneda, para ese entonces la señora Apablazza ya estaba postrada y padecían, entre otras cosas, de artrosis en las manos. El señor Araneda le muestra la documentación y los análisis de sangre realizados. En ellos figura el nombre del profesional a cargo o su firma consta a pie de página: Ana Zerdán.
También constataron que de las canillas de la casa de éstos vecinos, el agua salía aceitosa y con cierto color extraño.
Contó que ningún laboratorio de Neuquén quiso atenderlos, y que por medio de la dueña de la farmacia “Don Bosco” ubicada en Cipolletti, llegaron a Ana. Sabían de su solidaridad.
Ambas eran amigas de la ciudad y trabajaban en conjunto. Araneda le cuenta que le llevó 20 o 30 vecinos de Añelo para que les haga los estudios, pero luego de un tiempo Ana les dice que no va a poder atenderlos más. Araneda cree que estaban ejerciendo sobre ella, algún tipo de presión.
Por medio de Ana es que retiraban los medicamentos. Luego de ello, la farmacia se incendia.
Averigua acerca de la denuncia presentada por Araneda a raíz del hecho en que Nora fuera abordada en su casa, mientras se encontraba, por dos hombres que intentaron ingresar y que le reclamaron a la señora los análisis de sangre efectuados.
Así, más otras pistas e indicios fueron arribando a la hipótesis del agua como detonante de los crímenes, que así planteada bien podría ser digna de análisis.
Castro dijo haber hablado en su momento con una amiga cercana a Ana, y que ésta le expresó que lo concerniente a la contaminación no podía ser el móvil del asesinato de su amiga.
Luego de ordenar la investigación, deciden junto a la señora Nuñez acercarle todo el material al juez Torres, quien los recibe en la futura sede judicial de Cipolletti, lugar cercano adonde hoy se celebra este juicio.
24 horas después se comunican con el juez, quien les dice que esa pista ya había sido investigada y descartada.
Dijo que no se entrevistaron con 80 o 90 personas de Añelo.
Luego de esta investigación no volvió a saber de la gente del pueblo.
Testigo: Juan Carlos Yanisky.
Policía
En ese momento desempeñaba funciones en la Comisaría Cuarta. La mañana del sábado 18 de septiembre el oficial Ferreira le pidió que buscasen un cerrajero, mientras Juan Carlos Aguirre y amigo de Ana, se hallaban reunidos en una oficina de la unidad. Vuelve e informa que el cerrajero se va a tardar un rato, a lo cual el Subcomisario Dutra pregunta se alguien tiene la llave del automóvil de Ana. Entonces vio que yo entregaba la llave, pero no sabe de donde la saqué. Después dijo que estaba Ferreira y que yo había entregado la llave. Me lleva hasta el vehículo y me deja allí, pero no sabe quien abrió el auto. El sólo cumple con trasladarme. Tampoco recuerda si Ferreira me llevó a algún sitio. Hasta el lugar donde se hallaba el auto, me trasladó junto a Nancy,con el cabo primero Riquelme (chofer).
No vio cuando abrieron el auto pero fue antes del mediodía, aunque después no lo afirma.
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