viernes, 29 de febrero de 2008
Día 18 - Otra de Oscar P. , o ¿cuán cerca estuvimos de la verdad?
Habitante de Añelo. Sufre de diferentes síntomas, producto de la contaminación de aguas por metales pesados en la localidad de Añelo.
Conoció a Ana Zerdán, llegaron a ella por medio de la dueña de la farmacia “Don Bosco” (allí compraban los medicamentos), cita en Cipolletti. Esto sucedió luego que recorrieran todo la ciudad de Neuquén buscando infructuosamente que les hicieran los análisis en algún laboratorio de ésta ciudad. La primera vez que vio a Ana, la notó como una mujer “muy enérgica, muy segura”, en esa oportunidad la doctora Zerdán le extrajo sangre, en la segunda oportunidad que la testigo acudió al laboratorio Ana le entregó los análisis y le dijo que tenía cáncer a los huesos y se lo ratificó.
En la tercera y última vez que la vio, Ana le dijo que con un tratamiento quizás podría sobrellevar el problema, pero en ésta ocasión, al contrario de las anteriores visitas, percibió que Ana estaba asustada, más apagada. Y le expresó:”Nora, lamentablemente éstos análisis no los puedo seguir haciendo” En ésta tercera oportunidad, su marido Leopoldo Araneda, fue atendido por Roberto de la Vega. Luego del 18 de septiembre la testigo se sintió muy mal, ya que ella cree que si no le hubiese llevado los análisis Ana no habría sido asesinada.
Tiempo después, realizó los análisis en laboratorios Lacyb, de la misma ciudad. Lugar donde sucedió el triple crimen en el que murieron tres mujeres. La testigo presentó los análisis de agua, estudios de sangre, con los cuales corrobora sus dichos.
En agosto de 1999 sufrió un altercado que describió así: ”Un día no teníamos remedios, entonces Araneda salió a comprarlos. Yo me quedé sola. En ese momento golpearon la puerta, yo entreabrí la misma, afuera había dos hombres (uno vestido de gris y el otro de marrón), me preguntaron por Araneda y les dije que no estaba, entonces preguntaron por mí y me dijeron:” ¡Hija de puta!, danos los análisis, ya hicieron mucho quilombo con todo eso”, entonces empujaron la puerta y yo alcancé a cerrar. Y le dijeron desde el otro lado:”Ya arreglé con su abogaducho, dígale a Araneda”. Luego de esto llamaron a su abogado patrocinante, Leandro Segovia, quien les dijo que al otro día irían a la fiscalía.
Sobre el final de la declaración Nora se quebró, lloró y pidió descarnadamente que el tribunal que atiende este juicio le diera el beneficio de una inyección letal, pues dijo que ya no es vida la que lleva, postrada hace más de diez años, y en continua degeneración de su cuerpo, la señora Apablazza cedió a la desesperación en que se sume su vida.
Párrafo aparte merece la conducta de ese indeseable ser humano que es Oscar P.
Mientras la señora Apablazza puso a disposición de todos nosotros su testimonio para ilustrar un poco más la vida de Ana Zerdán, el abogado querellante se dirigió a la mesa desde la cual los tres jueces que conforman la cámara dirigen este debate. Sobre ella se encuentran todas las fojas de éste caso. Se entiende que se tardara un par de minutos en encontrar algo que necesitara, pero pasarse más de 10 minutos parado ahí fue un despropósito tal, que el presidente del tribunal le tuvo que llamar la atención debido a la falta de respeto que el susodicho estaba teniendo con una testigo que había hecho el esfuerzo de trasladarse desde la ciudad de Añelo. Cabe aclarar que Nora Apablazza está postrada y fue trasladada en silla de ruedas hasta la sala de debate. Pero detrás de ésta falta de respeto se esconde otra causa. Sin que nadie lo notara el leguleyo se ubicó de manera tal que la cámara con la cual se han filmado todas las audiencias, no tuviera la visión correspondiente en el momento del alegato de la señora Apablazza. ¿Con qué motivo hizo esto? El episodio que les narré me ha hecho pensar cuán cerca quizás hemos estado el viernes 29 de febrero de conocer las verdaderas razones del asesinato de Ana Zerdán.
Día 18
Empleada doméstica en casa de Ana Zerdán
Trabajaba en casa de Ana desde 1992. Por la tarde desempeñaba su labor en la casa de Roberto de la Vega. Actualmente lo sigue haciendo. De hecho fue acompañada por el hijo mayor del ex socio de Ana.
En su primera declaración del 21 de septiembre de 1999 dijo que la relación de pareja era buena, definiciones que cambia completamente en sus posteriores testimoniales. Cuenta que el 17 de septiembre almorzó con Ana y mi padre, quienes ese día pelearon. Dice que mi padre le dijo a Ana:” uno de éstos días te voy a hacer cagar”, a lo que Ana le respondió “Juan, vos siempre hablando boludeces (epíteto que luego cambió por pelotudeces)”, y luego del almuerzo Ana se habría ido a caminar como casi todos los días. También aclaró que mi padre siempre le decía esto en broma, pero que esa vez lo habría dicho enojado o “en serio”.
Durante la declaración de ésta testigo, el presidente de la cámara, Baquero Lazcano, tiene una discusión con el abogado querellante, al cual le expresó: ”Es imposible trabajar con usted en ésta condiciones”.
El vocal Gutiérrez Elcaraz tomó como ejemplo éste episodio para explicar a la testigo la diferencia entre decir algo “en serio” o “enojado”. Pilquimán entendió que la reciente discusión de los letrados era sólo un enojo, y que de la misma manera Juan Carlos Aguirre se habría expresado con respecto a lo anteriormente mencionado, lo cual modifica sustancialmente lo dicho por la testigo en anteriores declaraciones.
La llave del Ford Fiesta, o el episodio con guión digno de Woody Allen.
En su declaración del día 28/9/1999 la testigo dijo que no sabía cuantas llaves había del auto de Ana, pero luego de ésta, y en sus posteriores testimoniales, incluida su comparecencia en el día de hoy, se sucedieron un sinfín de inconsistencias, dichos y contradichos.
En la siguiente declaración dijo que existía una llave original (se lo distinguía por una mueca) y dos copias (amabas tenían un agujerito), se le pidió que hiciera un dibujo de las mismas, a lo que dijo que no sabía hacerlo, por lo cual y en base a su descripción, un policía habría hecho los gráficos que constan en la causa (en ésta ocasión tampoco le exhibieron la llave). También dijo que la copia estaba en una latita azul con 2 patitos en la mesita de la cocina.
El día de hoy pasó al escritorio del tribunal para identificar la llave, y dudo. El abogado querellante “la apretó” de palabra para que identificara la llave.
Ahora bien, luego relató un singular episodio. Cada vez que llegaban chicos a pedir dinero a la casa, Ana los hacía pasar, y dependiendo de la hora, les daba desayuno o almuerzo. En una ocasión en que Julia estaba de vacaciones, éstos niños tomaron el original de la llave del auto de Ana y al otro día se la devolvieron. La doctora Zerdán le habría comentado a la testigo que debido a eso tuvo que hacer ese mismo día 2 copias. Considerando que la testigo sostiene que solo existía el original, ¿Cómo fue posible hacer tales copias?.
Ana compró el auto 0 kilómetro, entregado en la agencia, como bien dijo el presidente de la cámara, en éstos casos siempre se entregan por lo menos 2 juegos de llaves, sin embargo Pilquimán dijo que Ana siempre tuvo una sola llave, aunque al ser repreguntada acerca de esa afirmación dijo “no recuerdo”.
Otras acotaciones al respecto:
-No recuerda si limpió la mesita el día después de la muerte de Ana.
-Dijo que Ana tenía la llave del auto junto a la del portón del garage, y que estaban acompañadas de una medallita. Además agregó que la llave de la puerta principal tenía un llavero, aunque no pudo precisar si éste era del colegio de bioquímicos.
Un par de semanas antes del crimen de Ana quien escribe y Juan Carlos Aguirre habrían discutido. Según la testigo yo entré en la casa de Ana, le tiré el diario a mi padre y le pegué una trompada. Según Pilquimán nosotros no nos queríamos y siempre estábamos discutiendo, según ella por el uso del auto de mi padre. Al ser interrogada por el abogado defensor, Jorge Larrea, dijo que en realidad no vio la trompada, sino que la oyó. Luego de ésta situación yo no habría regresado a la casa. ¿Entonces?
Contó que el 17 fui a verla en la tarde a casa de Roberto para lavar ropa.
Llega el sábado 18 de septiembre de 1999 a las 8-8.30 de la mañana. En el lugar se encontraban la policía y la esposa de Roberto de la Vega. En ese momento no pudo entrar en la casa. Volvió a las 14 horas y me encontró a mí.
La cama matrimonial estaba parcialmente tendida (“semihecha”), y el pijama de mi padre doblado sobre un murito cercano a la cama. Esa tarde yo me cambié de ropas, pero ella no notó nada raro en mis prendas.
Luego del asesinato yo me mudé en forma itinerante (no llevé muchas prendas), a la casa de Ana, y seguimos comiendo mi padre, yo y la testigo. A la hora del almuerzo nos acordábamos de Ana, pero salvo ese momento “seguíamos igual que siempre”, dijo la testigo.
También dijo que yo no trabajaba, pero tras la pregunta del doctor Larrea dijo que hacía unos años que yo no vivía en la casa de Zerdán.
Por lo tanto, si yo no vivía allí,¿Cómo podía afirmar que yo no hacía nada?
Cuando llegó a trabajar a la casa en 1992, Juan Carlos Aguirre poseía auto propio. Según ella en los últimos tiempos tanto las economías de Ana como mi padre no andaban muy bien.
Con respecto a esa pantomima llamada allanamiento que se efectuó el 29 de diciembre del 2000 (es decir, al día siguiente de nuestra primera detención), dijo:
-Graciela Moll la fue a buscar a la casa junto a Roberto de la Vega, para que abriera la puerta, pero cuando llegaron ya había policías dentro.
-Buscaban zapatillas o zapatos. Encontraron en la vereda del domicilio un reloj tirado.
Sin embargo, y a pesar de tanta memoria, no recordó donde firmó el acta, ni si la escribieron a máquina, ni siquiera si se la leyeron.
“De eso no me acuerdo nada”
Como con otros, yo considero que sobre ésta testigo se ejerció una suerte de “adoctrinamiento”, a fines de seguir rumbeando la causa hacia nuestro lado, tratando de socavar nuestras coartadas y mantenernos en el ojo del huracán impregnándolo de dudas. De todas maneras, la forma y el método “educativo” que se desarrolló tanto en Julia como en otros testigos, roza lo chabacano. Pareciera que algunos creen que tanto jueces, como público en general, se comen la galletita de la credulidad todos los días. Que un juicio de valor repetido hasta el hartazgo por unos cuantos personajes disfrazados de ciudadanos respetables, puede erigirse como plan de desestabilización al punto de decidir un dictamen jurídico.
Nunca trabajé en el campo, pero algunos peones que conocí me dijeron que una hacienda no puede ser llevada adelante sin un buen capataz.
Testigo: Leopoldo Max Araneda.
Técnico Mecánico. Habitante de Añelo.
Ante todo pidió “que se sepa la verdad”
Aproximadamente en el año 1998 conoce a Ana “de casualidad” (por medio de la dueña de la farmacia “Don Bosco”) Hasta entonces había visitado muchos laboratorios de la zona, pero en todos le negaron la posibilidad de hacerse análisis, en la mayoría adujeron que llevar adelante tales estudios “era muy peligroso”.
Luego que Ana les hiciera los análisis (agosto de 1998) y estos dieran como resultado, tras la confirmación con laboratorios IACA de Bahía Blanca, un alto grado de metales pesados en su sangre y la de su mujer, Nora Apablazza, el señor Araneda decidió aunar fuerzas con otros habitantes de la localidad para que todos aquellos que pudiesen se hicieran los mismos análisis. Roberto de la Vega se ocupó de hace la extracción de sangre de los hombres y Ana Zerdán de las mujeres.
En el caso de Miguel Rocha, a quien De la Vega le hizo la extracción, fue Ana quien le entregó el análisis, el cual arrojó 35 microgramos de plomo en la sangre.
A los 10 días de recibidos los resultados, Araneda se comunicó con el laboratorio, pero para su pesar Roberto de la Vega le informó que no habrían podido hacerse más ya que la sangre se había “paralizado”.
4 o 5 días después habló con la doctora Zerdán quien le dijo:”Araneda, por favor no me traiga más análisis, no puedo hacerlos más, me tienen mal”
“Yo la noté asustada a Ana Zerdán, estaba aterrorizada”
Más allá de los análisis, Araneda avanzó en sus investigaciones.
En 2005 el INTI realizó análisis del agua en el pueblo de Añelo, pero el testigo denunció que ese estudio se hizo tomando agua que anteriormente habían traído de otro lugar en un camión cisterna.
Además, tanto en su casa como otras, se encontraron restos de petróleo. En su propio hogar los resultados arrojaron un nivel de contaminación 15 veces mayor a lo tolerable (octubre 2005).
El análisis del Epas tampoco pudo ser muy efectivo, ya que no contó con espectrómetro hasta el año 1998. Y no hubo hasta el año 2000 que supiera manejarlo.
Testigo: Felipe Araneda Soto.
Empleado administrativo.
Amigo de quien escribe en los años 96-97. Estudiábamos licenciatura en turismo en la ciudad de Neuquén. Nunca hablamos de lo que paso con Ana.
Oscar P.
Roberto Arlt, Los 7 locos.
Oscar P: Parece que usted tiene la dudosa creencia que hurgando y arañando el viejo zapato que ya no sirve, encontrará los vestigios de los caminos que ese zapato ha desandado, y así creerá que se encuentra frente a verdades irrefutables, cuando en verdad las mañas propias de hombres casi octogenarios como usted (me permito esta salvedad por el ”callate pendejo de mierda” que me obsequió en el primer día de debate), sólo conducen a argucias propias de charlatanes de feria que aún quieren convencer a niños nacidos en la era del mp3. Usted busca una mentira (yo creo que usted es una en sí misma), y cada vez que la encuentra se cree el patroncito de una estancia llamada “Cipolletti”, ya no le digo “Río Negro” porque ese poncho a ésta altura le queda holgado.
Tarde o temprano todos los relojes empiezan a atrasar, o quizás y para siempre, se detienen. Alguien me comentó una vez que usted se recibió muy joven como abogado, y que sus notas eran brillantes, y me parece muy bien pues la acumulación de saber nunca es gula desmadrada ni nadie se ha rebalsado por ello. Así como a mi anterior abogado defensor (Eves Tejeda), también se le atribuye a usted un amplio conocimiento del derecho, pero en algún punto aprendió a ver el desvío más sencillo, el camino fácil, y así aprendió a esquivar el peaje que la moral siempre planta frente a nosotros en cada acto de nuestras vidas. Luego volveré sobre este concepto.
El problema, más allá del individuo y sus actos privados, es que usted es abogado. Abogado penalista. Súmele a eso su trayectoria y popularidad en el ámbito jurídico y encontrará a unos cuantos estudiantes de derecho que querrán calcar su estilo. Muchos otros, ya recibidos, lo han hecho. Pero además de todo, usted tiene poder. No esa clase de poder con ascendencia visible típica de aquellos que figuran siempre al tope de una lista y de quienes sabemos qué bandera enarbolan. Mire como será el alcance de su poderío que mientras mis allegados y yo tratamos de hacer conocer ésta página por el “boca a boca” y le acercamos a todo aquel que se interese la dirección de la misma, usted dicta las notas que serán leídas, vistas o escuchadas, por la mayoría de los habitantes que residen en ésta región del país.
Sobre la definición de moral, en su tercera acepción la Real Academia Española dice:”Que no concierne al orden jurídico, sino al fuero interno o al respeto humano” Parece que cuando interrogó al testigo Rodrigo Mieres, usted se olvidó el respeto humano por ahí. Bueno, quién sabe cuánto hace que lo habrá desechado.
A pesar de las palabras del tribunal por su extensión e insistencia sobre dichos y situaciones que el testigo (como muchos otros), no recordaba casi, usted argumentó que el testimonio de Mieres era harto importante para el proceso, y así procedió a leerle casi en forma íntegra la declaración efectuada por éste, el día 21/12/1999. En ella, básicamente se hablaba de la relación amorosa que existió entre el declarante y Nancy Salinas, y el viaje de ésta a la ciudad de La Plata. En definitiva, los pormenores de sus encuentros, las idas y vueltas de una relación “de trampa”. Ni siquiera se abstuvo de leer, detalladamente, las conversaciones de carácter íntimo que el testigo habría declarado 9 años atrás.
Bajezas más, bajezas menos por parte suya, arribé al final del testimonio de Rodrigo Mieres con una certeza: En el requerimiento de elevación a juicio usted argumentó el carácter anormal y precipitado del viaje de Nancy Salinas a la ciudad de La Plata; hoy, el testigo Mieres dijo que invitó en esos días a Nancy ya que su hermano Guillermo habría venido a la ciudad de Cipolletti para el casamiento de una prima, y por lo tanto contaba con el espacio suficiente para alojarla en su departamento de la ciudad de La Plata.
Hace rato se le cayó la frutilla de la torta, parece que no está usando productos de calidad y creo que la masa le está quedando medio insípida. Chichita de Erquiaga hubiera dicho chirle. Pero claro, todos tenemos limitantes a nuestras capacidades, y ya lo dijo Upton Sinclair: “Es difícil hacer que un hombre entienda algo, si su salario depende de no entenderlo”.
jueves, 28 de febrero de 2008
Día 17
- La defensa solicitó las filmaciones de “Caminos del Valle” de los días viernes 17 y sábado 18 de septiembre de 1999.
- La fiscalía requirió que se llame a declarar a la hermana de la señorita Jimena Llamas.
- La querella, por su parte, hizo un pedido a la intendencia de Cipolletti para corroborar el pasaje otorgado por ésta a Nancy Salinas. (Hoy Rodrigo Mieres comentó que dichos pasajes habrían sido brindados por Marcelo Sifuentes).
Testigo: Luis Eduardo Gímenez.
Mecánico
Declaró en dos oportunidades 5/1/2000 y 7/7/2000
El viernes 17 se quedó a cuidar a su hermano, quien estaba internado en el policlínico Modelo, cito en la misma cuadra que el laboratorio de Ana. La mañana del sábado sale a comprar el diario y se encuentra con todo el movimiento por el suceso ocurrido en el laboratorio. A pesar de apreciar todo el operativo en el que ve ambulancias y policías, no ve el automóvil peugeot 405 estacionado en la puerta.
Mismo vehículo que si visualizó en otra oportunidad, en San Martín casi Brentana, pero no recuerda si fue ese mismo sábado o el domingo 19 de septiembre. En esta parte el testigo relató hasta el modelo del auto (entre 1992 y 1994), como así también que tenía vidrios polarizados, pero por otra parte no recuerda el color, sólo que “era oscuro”. También dijo:”Es la única vez que lo vi en mi vida”, refiriéndose al vehículo.
Al consultársele sobre el origen de sus declaraciones dijo:” soy amigo del subcomisario Héctor del Valle Vega, y a él le comenté sobre el peugeot, y al otro día ya estaba declarando. Pero no me llegó ninguna citación, fui de gauchada nomás”
Debido a que el testigo no pudo precisar el día en que supuestamente vio el vehículo, la parte querellante pidió que se librara un oficio para constatar en el libro de internaciones del policlínico modelo la fecha en que Sebastián Gímenez (hermanos del testigo) fue internado en dicho establecimiento.
Testigo: Jimena Inés Llamas.
Diseñadora. 31 años.
Ana era muy amiga de su madre, se crío junto a ella. Eras como “la tía del corazón”
Definió mi relación con ella como “buenos conocidos”, nos habremos visto 15 o 20 veces.
Sobre mí dijo que me veía como un chico normal, solitario, o siempre con compañía femenina. También sabía que yo atendía el bar “El gato”.
A eso de las 11 de la noche del sábado 18 de septiembre, llegó al velatorio nos saludamos y me presentó a su hermana. Nos contuvimos mutuamente. Yo le comenté acerca de la noche anterior, que había estado en “El gato”, también le dije que me lamenté de no haber salido del bar en algún momento, ya que quizás hubiera visto el auto de Ana y hubiese pensado que algo no estaba bien por la hora en que se encontraría allí.
Luego la acompañé hasta el auto y se retiró del velatorio.
Un año después, al leer un artículo donde constaba lo que yo había hecho esa noche (nunca le di una declaración al Diario Río Negro) decidió presentarse espontáneamente debido a que lo que yo le habría contado en el velatorio no coincidía con el artículo del pasquín citado. Entre otras cosas, no comprendía lo citado en el artículo con respecto a que yo habría pasado toda la noche con mi novia. Eso llamó su atención, y también a su hermana.
Ya que demostró una gran memoria, el abogado defensor Jorge Larrea le preguntó si recordaba quien le había tomado la declaración, o al menos, algunos rasgos personales de éste. Era lógico creer que recordaría acerca del policía que intervino como interrogador.
La señorita Llamas no recordó nada de esto, o mejor dicho, justamente de lo preguntado su memoria no retuvo nada.
Luego se le preguntó acerca si yo le había referido que había hecho la noche del viernes 17 además de haber ido al bar.
Respondió que no, que solo le había contado que había estado en el mencionado bar.
Señorita Llamas, ¿A usted le consta que un artículo periodístico es fiel reflejo de una declaración judicial?, ¿Cómo sabe que intereses obran detrás de tal artículo? Existe algo que se llama edición.
¿Acaso usted leyó alguna vez una declaración testimonial mía?
Testigo: Evangelina Carioli
Cuando sucedió el hecho ella no vivía acá. Me conoció porque inició una relación con Matías Payotte. Luego en mayo del 2000 nos distanciamos por cuestiones personales que no vienen al caso. Fue citada para declarar acerca de cierto suceso ocurrido conmigo. Un día, frente a la plaza central yo salí con mi auto en forma acelerada, ella se encontraba delante, se corrió y yo pasé. Hoy aclaró que en ningún momento pensó que yo quería atropellarla.
Insisto:¿Estos son los ingredientes fundamentales de la torta?
Testigo: Hugo Palacios
Según éste en 1999 le vendieron una rifa vía telefónica. Lo llamó un hombre que se apellidaba Aguirre. Luego se le entregó la rifa y un señor de apellido Cáceres pasaba a cobrar las cuotas. Este mismo le avisó que en el sorteo habían gando el primer premio, un camión Fiat Iveco 0 km a entregar por Neucam S.A (Neuquén capital)
El era empelado de su hermano, éste habría decidido aceptar el dinero en lugar del camión, aunque luego cambió de opinión.
Aunque en su declaración (octubre del 1999) figuraba que el estaba al tanto de los documentos de pago, hoy niega éstas precisiones ya que su hermano era el jefe y el encargado de esas negociaciones. Agregó que en su declaración hay cosas que debe haber declarado su hermano (quien en el año 1999 declaró al día siguiente que lo hizo él)
En definitiva (es mi pensar) dio a entender que mezclaron las declaraciones.
Testigo: Rodrigo José María Mieres.
Arquitecto
Nancy Salinas viajó a la ciudad de La Plata y se alojó su departamento. Llegó el domingo 19 y recuerda que el martes 21 aún estaba con él debido a que ese día fueron juntos a un recital.
El testigo alegó no conocerme. Dijo que Nancy estaba terminando la relación de años con quien escribe, que era el desenlace de nuestra relación.
Nancy no le refirió acerca del asesinato de Ana, sólo le dijo que a la mujer de mi padre había pasado algo malo.
La fecha del viaje de Nancy la definió él ya que su hermano vino a Cipolletti y en el departamento quedó un lugar libre.
La noche del 17 de septiembre la llamó dos veces, ambas llamadas fueron atendidas por Ruth (madre de Nancy), quien le dijo que aún no había llegado.
Nota del relator: En este informe determinado no se incluirán ciertos detalles en los cuales escarbó el abogado querellante a fines que nadie terminó por entender.
Payaso mediático escribió alguien en el foro del diario “Río Negro”... y bueh…
miércoles, 27 de febrero de 2008
Día 16
Médico gastroenterólogo. Amigo de Ana.
Dijo que Ana era un persona extrovertida, era una muy buena persona. Ese viernes iban a comer junto a ella y su familia, aunque era normal que Ana no llegara, ya que tenía múltiples compromisos.
En el último tiempo Ana le había comentado que su situación económica era muy mala, que “estaba pobre y las obras sociales no pagaban”.
En los últimos años veía a Ana, extraña, distinta, respondía con evasivas.
En los primeros años de la relación con J.C. Aguirre, Ana comentaba que era un buen hombre, pero insociable.
Sobre el día del asesinato dijo que estuvo con mi padre en la comisaría y que éste repetía como fue que la encontró, que vio las piernas, etcétera…repetía eso a cada rato.
Preguntado acerca del estado anímico de Juan Carlos en ese momento dijo:” Sinceramente no sé como lo veía. No es el standard que uno ve habitualmente”
Nota del Relator: Desconocía acerca de un término medio para personas que han perdido a alguien querido en circunstancias fatídicas, más si dicha persona sufre de problemas cardíacos.
Desconocía acerca de la existencia de Marta Marinozzi. Eso no le pareció leal, una decepción dijo. Aunque en el grupo de amigos han pasado cosas así. Dijo al respecto que “uno nunca analiza cosas así”.
Con respecto a quien escribe, me destacó como un “chico muy violento”, esto según le habrían referido sus hijos, con quienes yo habría entablado amistad. No precisó hechos o detalles específicos con los cuales respaldar sus palabras anteriores. Según él, Ana no me quería mucho, ni hablaba mucho de mí.
Para Pereyra yo era un chico raro, no alguien “standard”, pero tampoco anormal. Lo mismo cuando me observó junto a Ana: nada extraño.
Según su declaración judicial, el habría operado a Juan Carlos Aguirre del corazón. Se le mostró esta anomalía en su interrogatorio y no le pareció importante, aunque no recuerda si leyó la misma antes de firmar, o si acaso le prestó atención.
A continuación, todo lo que no sabe o no recordó:
-Nunca formó un concepto sobre Juan Carlos Aguirre. “Es el esposo de una amiga”, dijo.
-No tiene conocimiento sobre los bienes de Ana, aunque si recordó que le llamó la atención la venta del departamento.
-No sabe si Ana le avisaba a Juan Carlos en las oportunidades en que se quedaba a dormir en su casa del lago Pellegrini
-No conocía los horarios nocturnos de Ana, su costumbre de regreso a la casa, tal vez era cerca de las 12.30- 1 de la mañana.
- No recuerda que hayamos pasado las fiestas de año junto a él y su familia.
- Tampoco recuerda una discusión que habría mantenido con Dina María de Pérez Lindo, en donde diferían en criterios sobre Juan Carlos Aguirre, y en la cual el testigo habría salido a favor de J.C. Aguirre.
Testigo: Enerio Huircaín.
Comerciante, Comisario retirado.
Conocía a Ana y a mi padre.
Cuando ocurrió el hecho “se puso a disposición de la comisión investigadora”, pero según él “no le dieron cabida” (qué descriptivo, notable)
Sabía que Juan Carlos Aguirre organizaba rifas y eventos.
Siempre lo vio como un hombre muy tranquilo, frío en su desenvolvimiento diario. También dijo que en determinadas oportunidades los vendedores usan algún grado policial para vender las rifas por vía telefónica.
En su momento cuestionó a las cooperadoras por su labor frente a la institución. Para él “las rifas en general son un curro”. Y generalmente no están autorizadas por las cooperadoras. Según él, la repartición de los ingresos es desigual. Preguntado acerca si él habría organizado una revista llamada “Magazine policial”, respondió que no, que el era “asesor de cooperadoras” (jajaja, En serio…vamos…)
Huircaín omite decir que en su momento le pidió a mi padre hacer la citada revista en calidad de asociado, ya que con el nombre de Juan Carlos Aguirre seguro sacarían el proyecto adelante. Mi padre decidió no hacer tal trabajo ya que la reputación del ex comisario no era la mejor.
Por otro lado, éste testigo omite decir que él hizo todo lo posible para socavarle el piso a Juan Carlos Aguirre en momentos que éste era el organizador de Zona 2 tránsito, cita en General Roca. Luego de que mi padre se alejara de dicha unidad, el testigo en cuestión organizó la siguiente rifa (fue la única vez que lo hizo ya que no quiso pagar el premio)
También omitió decir, que en gran medida con la colaboración de Juan Carlos Aguirre, fue posible llevar adelante la construcción de la actual caminera policial de Choele Choel. Señor… bueno…Huircaín, ¿debemos preguntarnos porqué usted se retiró antes de tiempo de la policía de Río Negro?, ¿O mejor indagamos acerca de su participación en una rifa organizada (si mal no recuerdo) a nombre de la cooperadora de suboficiales de la provincia?
Vamos a ser claros, vos organizaste rifas pero como dejaste el tendal en todos lados no pudiste seguir haciéndolo más, luego de ello quisiste usar el buen nombre y prestigio con el que cuenta en su trabajo el señor Aguirre. Si acaso el taimado fuese él y no vos, ¿porqué hasta hoy mi padre sigue trabajando y vos te dedicás a vender caretas de piñon fijo?
Por favor…dejaste rastros de envidia hasta en la silla de los testigos.
Testigo: María Teresa Franco.
Empleada en Agencia de Viajes “Olano”. Ama de casa. Amiga de Ana.
Ana era leal, siempre estaba dispuesta a ayudar. El viernes 17 de septiembre caminó con ella desde la 1.30 a 2.45 horas.
Dijo que los últimos tiempos Ana tenía días en que estaba triste y días en que estaba contenta.
Los últimos dos días la vio contenta y le comentó que tenía que solucionar algunas cosas. Quería legar su herencia a su sobrina. Estaba preocupada por mí, ya que yo no trabajaba y había dejado los estudios.
Ana le contó, de buenas maneras, que estaba por hacer un viaje junto a mi padre y una pareja amiga.
La mañana del sábado 18 de septiembre fue hasta la casa de Susana Grisanti y desde allí se acercaron hasta la comisaría. Juan Carlos Aguirre le relató como había encontrado a Ana y que “no quiso tocar nada para no verse comprometido”. Y agregó que si eso le hubiese pasado a ella y fuese su marido el que estuviera en tirado, ella se hubiera acercado inmediatamente a socorrerlo.
Al respecto se le preguntó porque no había declarado esto último en las dos oportunidades que lo hizo anteriormente (23/9/1999 y 14/12/1999), a lo que aludió que “uno se da cuenta de las cosas con el tiempo”.
Nota del relator: Hasta su segunda declaración tuvo casi tres meses para reflexionar acerca de lo que vio y percibió, pero como tantos testigos,, sus reflexiones fueron bastante tardías. Eso sí, “las conclusiones olvidadas” siempre giran en torno a la vida conyugal de Ana Zerdán y Juan Carlos Aguirre. ¿Tanto cuesta un engaño amoroso?
También comentó: “Ana estaba empobrecida, cuando recién llegó a la zona le fue bien”. No sabe si su difícil situación era producto de la merma laboral en el laboratorio o por su relación con Juan Carlos Aguirre, aunque si aclaró que “Hacía años que Ana venía mal económicamente”.
También recordó que Ana y mi padre iban a ir a Miami, pero no puedo asegurarlo.
Al finalizar, y ante preguntas del tribunal, deslizó:”Ellos hacían su vida”, también comentó que las veces que fue a comer a la casa de su amiga no notó nada raro y calificó de normal la relación que Ana tenía con mi padre y con quien escribe.
Menos mal que al final tiró una flor.
Testigo: Erika Luisa Parra Vidal de Mieres.
Docente.
Declaró en la división judicial de Investigaciones, cita en el parque meteorológico, el 29/11/1999 y el 1/12/1999.
Vio a Nancy Salinas solo una vez. Su hijo Rodrigo se la presentó en su casa, aunque nunca le comentó que estuviera saliendo con ella. Su hijo conoció a Nancy en una Iglesia Cuadrangular a la que ambos asistían.
Luego de su primera declaración se enteró que Nancy había viajado a la ciudad de La Plata y se había alojado en el departamento que su hijo compartía con su hermano Guillermo y un compañero más, Sebastián Bajos.
Su hijo Rodrigo se habría comunicado con la madre de Nancy el viernes 17 a la medianoche (más precisamente, en los primeros minutos del sábado), pero Ruth le contestó que Nancy no estaba. Luego se comunicó a las 00.40 horas y pudo hablar con Nancy.
También dijo que por esa época Rodrigo no siempre le decía la verdad.
Testigo: Roberto Cabezas.
Argentino. Jubilado autónomo.
Conocía a Juan Carlos Aguirre. Jugaban juntos al ajedrez y por medio de ello entablaron una amistad. Generalmente jugaban en el desaparecido café “Homero”. Encuentra a Juan Carlos Aguirre como un hombre “inteligente, sensible y generoso”. Charlaban de literatura, ajedrez.
Sabía que mi padre organizaba rifas.
Conocía a Ana Zerdán ya que su hermano, Emilio Cabezas (ya fallecido), era Contador Público y le llevaba los impuestos y gastos del laboratorio a Ana. Conoce a la escribana Olga Chertrudi, ya que le ha hecho algunas gestiones y trámites. De hecho, él llevó adelante los quehaceres de la hipoteca sobre el departamento ubicado en el edificio Cipolletti, que Juan Carlos Aguirre realizó con la financiera Bellville por un valor aproximado de 12000 a 13000 dólares. La escritura del departamento estaba a nombre de mi padre. Luego de pagar unas cuotas, mi padre no siguió adelante con la hipoteca.
Roberto Cabezas cree que declaró en tres oportunidades (dos policiales y una judicial). En ésta última, y con el juez Juan Torres presente, se encontraba el actual abogado querellante de éste juicio, Oscar Pandolfi. Al respecto el señor Cabezas dijo que le pareció que la situación la manejaba Pandolfi, pues es un hombre muy capaz y de carácter fuerte.
Testigo: Dina María Pastrovichio de Pérez Lindo.
Argentina. Médica.
Conoció a Ana en 1976.
Dijo que era muy buena persona, trabajadora. A veces Ana se quedaba a dormir en su casa.
Según esta testigo Ana y mi padre se conocieron en 1983 en un locutorio de General Roca.
Nota del relator: Que extraño!, yo hubiera jurado que a mis 8 años al levantarme cada día en la ciudad de Olavarría, provincia de Buenos Aires, era mi madre quien preparaba el desayuno y mi padre quien me llevaba a la escuela, pero supongo que lo habré soñado.
En el año 1980, junto a Ana, compró un terreno ubicado en Balsa Las Perlas, pero Ana nunca pagó las cuotas y ella por su parte sí.
Ana le habría comentado que la convivencia con Juan Carlos Aguirre era difícil. Según la testigo, la doctora Zerdán quería a mi padre, pero éste a ella no. Por este motivo discutió con J.C. Pereyra y Capellini, quienes en su momento defendían a mi padre.
Ana nunca le contó de maltratos físicos ni ningún otro mecanismo de intimidación o presión sobre ella por parte de mi padre.
Supone que Ana conocía la otra relación de J. C. Aguirre.
Sin embargo entre tantas cosas que Ana supuestamente le contó, omitió contarle a que se debía su “empobrecimiento”
Según ella, Ana se dejaba llevar por los hombres, e hizo alusión a una ex pareja, a quien le habría prestado dinero.
¿Ana se dejaba llevar por los hombres?,¿ una mujer que se hizo a sí misma?, que estudió lo que le gustaba y trabajó para solventarse sus estudios. Mujer emprendedora que atravesó medio país para venir a instalarse a una ciudad que aún era una promesa y que todavía no portaba ese desatinado slogan de “Ciudad para vivir”. Y usted supone que una mujer así iba a ser arreada por los hombres?
No coincido con usted, señora Pastrovichio de Pérez Lindo.
Testigo: Cristian Ferreira.
Oficial Sub inspector de la policía de Río Negro.
El día 18 de septiembre de 1999 el subcomisario Héctor del Valle Vega lo asigna a la función de Secretario de acta de Procedimientos en la investigación iniciada sobre el asesinato de Ana Zerdán.
Entra al laboratorio con el médico forense y el jefe de criminalística.
Participa del allanamiento realizado en la casa de Ana Zerdán. Recuerda que había personal policial, pero no recuerda haber visto al juez de la causa, Juan Torres. Si habría visto consigna en la casa de Ana.
No estuvo presente en la apertura de los vehículos.
Participaron de éstos procedimientos: el juez Torres, Uribe, Del Valle Vega, Osvaldo Sánchez, y el resto de la brigada de investigaciones.
No recuerda comentarios acerca de la o las llaves.
Las declaraciones en que oficiaba de escribiente eran firmadas por el comisario del Valle Vega y él mismo.
Hoy, miércoles 27 de febrero, se presentó un acta del día 30/9/1999, en la que se deja constancia que por disposición del juez Juan Torres, Juan Manuel Aguirre Tabeada hace entrega de un juego de dos (2) llaves del Ford Fiesta que fuera propiedad de la señora Ana Zerdán.
Si bien, no tiene presente esto último, reconoce su firma en dicha acta.
En fojas 77 consta que el Ford Fiesta es abierto el 22/9/1999 a las 18.20 horas.
Todos los secuestros son realizados por criminalística.
martes, 26 de febrero de 2008
Día 15
Testigo: Osvaldo Svampa.
Vecino desde 1992 de Ana Zerdán y Juan Carlos Aguirre en el barrio Flamingo de Cipolletti.
Ruth Altamirano de Salinas (madre de Nancy), trabajaba ocasionalmente en su casa desempeñando quehaceres domésticos. La señora Altamirano no trabajó el viernes 17 en su casa, pero sí se comunicó el sábado cerca del mediodía. Llamó para preguntar si sabían algo de su hija, que en ese momento se encontraría en el domicilio de Ana Zerdán.
Testigo: Olga Albanese de Svampa.
Ama de casa. Vecina de Ana y Juan Carlos.
Se enteró de la muerte de Ana a eso de las diez de la mañana. Ruth Altamirano se comunicó telefónicamente por segunda vez a su casa ese día, cerca de las 13 hs., debido a que la hija se hallaría en la casa de Ana.
Testigo: José Fernando Inostrosa.
Chofer de Ómnibus Larga Distancia.
Llevaron el sábado 18 de septiembre a Nancy Salinas en el servicio que se dirigía a Buenos Aires y que hacía escala en la ciudad de La Plata.
De su declaración anterior (cercana a la fecha del suceso), sólo recuerda que Nancy le habría preguntado acerca de los nombres de algunas calles de La Plata.
Se le leyó su declaración anterior, en la que él habría dicho que Nancy Salinas se acercó a hablar y le comentó que habían matado a una pariente de su ex-novio, y que ella ahora se dirigía a encontrarse con su novio actual.
Si bien el señor Inostrosa reconoció su firma en la citada declaración, no recuerda haber hecho estas últimas afirmaciones en su momento.
Testigo: Lilian Castro Soto.
Ama de casa. 40 años.
Conocía a Ana por intermedio de la dra. Montelpare. Ésta le refirió acerca de Ana para que le hiciera unos estudios a su hijo diabético. El día que fue a verla (un mes antes del crimen) tuvo que esperar una hora y media a dos horas hasta que Ana Zerdán regresó.
En una oportunidad, entre las 19 y las 21 hs. ella se encontraba en el laboratorio mientras Ana discutía telefónicamente con Juan Carlos Aguirre (ésto lo supo porque Ana le habría dado a entender a la testigo, que se trataba de él) acerca de un plomero. Ana se puso nerviosa por esta charla.
Según esta testigo, la discusión giraba en torno a las labores del plomero y demás. También comentó que la sra. que hacía la limpieza en el laboratorio estaba presente, pero que luego ésta lo negó.
Todo esto se lo habría comentado a una amiga, quien sería esposa de un policía y la habría acercado a los investigadores de la causa.
Más allá de su memoria, no logró precisar si con anterioridad había declarado una o dos veces, pero sí que lo hizo en el parque meteorológico donde en su momento se hallaba la sede de la Brigada de Investigaciones.
De todas maneras en ninguna de estas declaraciones estuvo presente el juez Juan Torres.
lunes, 25 de febrero de 2008
Día 14
Hermano de Ana.
Pronunció: “Quiero saber quien mató a mi hermana”
Mientras Ana y Juan Carlos eran pareja solo vino de visita una vez a la ciudad de Cipolletti.
Según él, Ana quería dejarle el laboratorio a su hija Marcela.
Juicio sucesorio los cobraron sus hermanos y él. Miguel Zerdán se quedó con el automóvil Ford Fiesta de Ana.
Dijo desconocer quien vendió la casa, aunque si sabía que la apoderada en primera instancia fue Rosario Moll. Tampoco conoce acerca del desalojo.
Sabe que su hermana Miriam le hizo una carta a Juan Carlos Aguirre tiempo después de la muerte de Ana. Aunque desconoce el contenido de la misma y lo que en ella se le hubiese solicitado a Aguirre.
Sabe que el cuerpo de Ana se encuentra en la bóveda de la familia “Lizarasu”.
Por último agregó que no vino a ser indagado sobre los bienes de su hermana, sino a que se descubra la verdad.
Testigo: María Cristina Garrido.
Viuda. Amiga de Ana
Dijo: “Quiero que se conozca la verdad”
En el momento del deceso de Ana ocupaba el cargo de concejal en la ciudad.
Al enterarse del hecho, se acerca hasta el laboratorio, donde se quedó hasta la llegada del juez Juan Torres. Hugo Medina le pidió que se quedara con Juan Carlos. Llega a la comisaría donde acompaña a mi padre. Según ella, estuvo un largo rato a solas con mi padre, consolándolo en la comisaría cuarta, desde las 8 hasta las 11 de la mañana, dijo.
“A J.C. Aguirre lo veía tranquilo, muy preocupado por el mismo, contando lo que le había pasado y lo que el había ocurrido a Ana. Nunca lo ví llorar. Juan Manuel lloraba histéricamente, pero no era un llanto de dolor”. No recuerda nada acerca de las llaves.
El tribunal, o el abogado defensor, no recuerdo bien sepan disculpar, le preguntó porque dijo que estaba consolando a Aguirre si a su vez declaró que no lo veía mal o triste.
Estos datos sobre nuestro estado de ánimo no los recordaba en sus dos declaraciones anteriores, cercanas en el tiempo al crimen. Dice que no lo hizo porque no le preguntaron acerca de ello. Ajá.
De todas maneras aclaró:” Todo lo que digo es subjetivo”, Ajá, otra vez.
A esto el tribunal le respondió "Queremos enriquecernos con sus vivencias, no conclusiones".
Ana le habría contado que sus finanzas no estaban bien, que se cobraba poco que estaba preocupada por sus bienes, pero era una preocupación normal. Según la señora Garrido, Ana le habría dicho que la relación Juan Carlos no andaba bien. Y que ella era la que debía ponerme límites a mí, ya que mi padre no lo hacía.
Luego contó que Ana estaba en una muy buena situación económica. Entonces se le preguntó si Ana andaba bien o mal económicamente, a lo que respondió:”Se puede tener capital pero no efectivo”
El 30 de septiembre de 1999 declaró:”Ana me contó que últimamente la economía era peor, no podía cobrar en término sus haberes con respecto al laboratorio, y que no sabía que hacer con “Espacio”, fútbol 5.
Destaco una frase muy especial que la testigo expresó (no es exacta):”En ese tiempo notamos una ausencia de justicia, entonces obramos en consecuencia”, refiero esto a modo de introducción al movimiento por la justicia del cual la testigo formó parte. Acerca de ello nos dejó más preguntas que respuestas.
Formó, junto a otros allegados, una comisión investigadora, hicieron reuniones en la plaza central, todo para encontrar una solución al asesinato de Ana Zerdán. Sin embargo…nunca dialogó acerca de las hipótesis con los policías encargados de la investigación, aunque participaban en colaboraciones permanentes. Sabía acerca de la existencia de esas hipótesis, pero desconocía las críticas hechas por los policías en la cual éstos contaron que allegados a la política local le acercaban personas que habrían nuevas pesquisas, que luego no llevaban a ningún lado.
Es más, en las declaraciones hechas el 30/9/1999 en sede policial y el 23/11/2000, dijo desconocer a los investigadores de la causa.
Al igual que otros testigos, ahora recuerda más detalles que en sus interrogatorios iniciales y muy cercanos al hecho. Ahora, certeramente aparecen las sentencias, y éstas siempre portan un tufillo tendencioso en contra de los imputados, o sea nosotros.
También dijo que recibió amenazas telefónicas, a lo cual se le leyó su declaración anterior, en la cual el principal Uribe le insistía sobre sino había reconocido mi voz en dichos llamados. Lo cual la testigo negó. Luego se identificó el teléfono desde el cual recibió los llamados, siendo éste propiedad del padre o el suegro del Secretario de gobierno de la provincia de Río Negro en ese entonces. Después se descartó cualquier avance.
Al terminar de comparecer le deseó suerte al tribunal, a lo cual el presidente de éste le respondió que no era una cuestión de suerte. Dijo:”La justicia tiene que ser clara”
Uno de los vocales efectuó la última pregunta, ésta era acerca del pedido de juicio político que la comisión investigadora de entonces le hizo a la Cámara Primera de General Roca en ocasión de otorgarnos la libertad luego de nuestras dos primeras detenciones. Pedido que se habría hecho por medio de una resolución del consejo deliberante de Cipolletti.
Respondió que no recordaba acerca del incidente.
Más le vale, pensé yo (permítaseme un je je).
Testigo: Marcelo “Chino” Castro.
Argentino. Periodista.
Realizó en octubre del 2002 un informe en el cual se relacionaban los crímenes de Laboratorios Lacyb, el asesinato de Ana Zerdán y la contaminación del agua por metales pesados en el pueblo de Añelo.
Compartió la investigación y autoría con la periodista Silvia Nuñez. Dicho artículo se publicó en el diario “La mañana del Sur” (hoy “La mañana de Neuquén”)
En ese tiempo visitaron en Añelo, la casa de Nora Apablazza y Leopoldo Araneda, para ese entonces la señora Apablazza ya estaba postrada y padecían, entre otras cosas, de artrosis en las manos. El señor Araneda le muestra la documentación y los análisis de sangre realizados. En ellos figura el nombre del profesional a cargo o su firma consta a pie de página: Ana Zerdán.
También constataron que de las canillas de la casa de éstos vecinos, el agua salía aceitosa y con cierto color extraño.
Contó que ningún laboratorio de Neuquén quiso atenderlos, y que por medio de la dueña de la farmacia “Don Bosco” ubicada en Cipolletti, llegaron a Ana. Sabían de su solidaridad.
Ambas eran amigas de la ciudad y trabajaban en conjunto. Araneda le cuenta que le llevó 20 o 30 vecinos de Añelo para que les haga los estudios, pero luego de un tiempo Ana les dice que no va a poder atenderlos más. Araneda cree que estaban ejerciendo sobre ella, algún tipo de presión.
Por medio de Ana es que retiraban los medicamentos. Luego de ello, la farmacia se incendia.
Averigua acerca de la denuncia presentada por Araneda a raíz del hecho en que Nora fuera abordada en su casa, mientras se encontraba, por dos hombres que intentaron ingresar y que le reclamaron a la señora los análisis de sangre efectuados.
Así, más otras pistas e indicios fueron arribando a la hipótesis del agua como detonante de los crímenes, que así planteada bien podría ser digna de análisis.
Castro dijo haber hablado en su momento con una amiga cercana a Ana, y que ésta le expresó que lo concerniente a la contaminación no podía ser el móvil del asesinato de su amiga.
Luego de ordenar la investigación, deciden junto a la señora Nuñez acercarle todo el material al juez Torres, quien los recibe en la futura sede judicial de Cipolletti, lugar cercano adonde hoy se celebra este juicio.
24 horas después se comunican con el juez, quien les dice que esa pista ya había sido investigada y descartada.
Dijo que no se entrevistaron con 80 o 90 personas de Añelo.
Luego de esta investigación no volvió a saber de la gente del pueblo.
Testigo: Juan Carlos Yanisky.
Policía
En ese momento desempeñaba funciones en la Comisaría Cuarta. La mañana del sábado 18 de septiembre el oficial Ferreira le pidió que buscasen un cerrajero, mientras Juan Carlos Aguirre y amigo de Ana, se hallaban reunidos en una oficina de la unidad. Vuelve e informa que el cerrajero se va a tardar un rato, a lo cual el Subcomisario Dutra pregunta se alguien tiene la llave del automóvil de Ana. Entonces vio que yo entregaba la llave, pero no sabe de donde la saqué. Después dijo que estaba Ferreira y que yo había entregado la llave. Me lleva hasta el vehículo y me deja allí, pero no sabe quien abrió el auto. El sólo cumple con trasladarme. Tampoco recuerda si Ferreira me llevó a algún sitio. Hasta el lugar donde se hallaba el auto, me trasladó junto a Nancy,con el cabo primero Riquelme (chofer).
No vio cuando abrieron el auto pero fue antes del mediodía, aunque después no lo afirma.
El derecho al delirio, de Eduardo Galeano
"Ya está naciendo el nuevo milenio. No da para tomarse el asunto demasiado en serio: al fin y al cabo, el año 2001 de los cristianos es el año 1379 de los musulmanes, el 5114 de los mayas y el 5762 de los judíos. El nuevo milenio nace un primero de enero por obra y gracia de un capricho de los senadores del imperio romano, que un buen día decidieron romper la tradición que mandaba celebrar el año nuevo en el comienzo de la primavera. Y la cuenta de los años de la era cristiana proviene de otro capricho: un buen día, el papa de Roma decidió poner fecha al nacimiento de Jesús, aunque nadie sabe cuando nació.
El tiempo se burla de los límites que le inventamos para creernos el cuento de que él nos obedece; pero el mundo entero celebra y teme esta frontera.
Una invitación al vuelo
Milenio va, milenio viene, la ocasión es propicia para que los oradores de inflamada verba peroren sobre el destino de la humanidad, y para que los voceros de la ira de Dios anuncien el fin del mundo y la reventazón general, mientras el tiempo continúa, calladito la boca, su caminata a lo largo de la eternidad y del misterio.
La verdad sea dicha, no hay quien resista: en una fecha así, por arbitraria que sea, cualquiera siente la tentación de preguntarse cómo será el tiempo que será. Y vaya uno a saber cómo será. Tenemos una única certeza: en el siglo veintiuno, si todavía estamos aquí, todos nosotros seremos gente del siglo pasado y, peor todavía, seremos gente del pasado milenio.
Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos, al menos, el derecho de imaginar el que queremos que sea. En 1948 y en 1976, las Naciones Unidas proclamaron extensas listas de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar. ¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos, por un ratito? Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible:
el aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones;
en las calles, los automóviles serán aplastados por los perros;
la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor;
el televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas;
la gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar;
se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega;
en ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo;
los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas;
los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas;
los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos;
los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas;
la solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo;
la muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero;
nadie será considerado héroe ni tonto por hacer lo que cree justo en lugar de hacer lo que más le conviene;
el mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra;
la comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos;
nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión;
los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle;
los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos;
la educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla;
la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla;
la justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda;
una mujer, negra, será presidenta de Brasil y otra mujer, negra, será presidenta de los Estados Unidos de América; una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú;
en Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria;
la Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo;
la Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: «Amarás a la naturaleza, de la que formas parte»;
serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma;
los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar;
seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo;
la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero."
viernes, 22 de febrero de 2008
Día 13
Testigo: Bernardo Araya.
Taxista. Argentino
Su turno empezó, según la planilla, a las 21 horas del viernes 17 de septiembre, y trabajó hasta la mañana siguiente.
Se encontraba en la base de taxis ubicada en Irigoyen y Villegas. Una pareja se sube a su móvil allí y piden ser llevados por Avenida Mengelle al fondo, Barrio Caracas. El era un muchacho de unos 25 años, vestido con saco azul, ella era joven, vestida de blusa blanca, bien vestidos ambos. Ella estaba descompuesta. Al llegar se bajaron y charlaron unos minutos, luego él subió y me dijo que volviéramos a la base. Desciende allí y me paga, dirigiéndose al centro.
Durante el viaje, el chico se hallaba preocupado, tal vez porque la señorita le dijo que estaba indispuesta.
Al ser consultado sobre el horario en que los habría llevado el testigo dijo:” entre 23.30 y 23.45”, pero luego se le lee la planilla de base en que se constatan los viajes, en ella figura 00.48 horas.
Testigo: Olga Chertrudi.
Escribana, amiga y correligionaria en el partido Radical junto a Ana.
“Ana era un ejemplo de vida, teníamos los mismos ideales sociales y políticos. Ella además trabajaba con mi marido que era pediatra.
Siempre estuvo interesada en legar sus bienes y hacerlo en forma de donación para su sobrina María Eugenia. Tres meses antes hablaba de ello. Siempre llamó la atención que los concubinos no heredaran. Yo se lo aclaré y le dije que no, que no les corresponde. Desconocía su situación económica y la relación de pareja. La semana anterior a su muerte me dijo que me iba a traer la documentación necesaria para hacer los trámites.
Conocí a Juan Manuel Aguirre Taboada, en el año1992, donde se hizo la cesión del departamento y el porcentaje del Fútbol 5 “Espacio”. El se mostraba violento en sus modos, le levantaba la voz al padre. Yo entiendo por violento a no contestar bien y alzar la voz, pero nunca violencia física. El enojo era con su padre, al resto de los que estábamos los trataba con respeto.
No sabe acerca de comentarios de índole sexual sobre Ana.
Dijo que Ana iba a puente 83, Anai Mapu, puente de madera.. Compartían reuniones políticas.
En las internas radicales cercanas al fallecimento de Ana, ellas apoyaban a Gary Chiofalo, en ese grupo también se encontraban Gloria Parra, Badillo, Rapazo Cesio.
En las elecciones de 1999 fueron candidatas a concejalas. También apoyaban a Marta Milessi, adversaria de Julio Arriaga
Dijo que en la política hoy alguien es adversario y mañana amigo.
Conoce acerca de la hipoteca del departamento hecha en 1998 efectuada con la financiera “Belleville”, pero no recuerda si fue por un valor de 26000 o 16000 pesos.
Testigo: Raquel Zulema Scianca.
Tesorera de la cooperadora del hospital.
J. C. Aguirre organizó una rifa, el acuerdo fue todo de palabra.
Aguirre entrgó 12000 pesos o dólares. Quedó una deuda de 4000 pesos.
No recuerda si alguien reclamó el premio,pero al ser consultada por la defensa acerca si sabía en que forma se sorteaban los premios, la testigo dijo que por lotería nacional, siendo claro entonces que de haber ganadores, éstos se presentarían.
Ana Zerdán le pidió que no presentara dos cheques por valor de 350 pesos
No trabajó con Ana en actividades realizadas en la sede de Sociedad Española.
Testigo: Pedro Nolasco Cáceres Soto.
Trabajador del petróleo. Vivió en Añelo.
Testigo de la causa iniciada en agosto de 1999 por Leopoldo Araneda y Nora Apablazza.
Su mujer murió por un tumor cancerígeno formado por fuera del esófago, el cree que esto fue a causa de la contaminación por metales pesados situadas en el agua corriente que se consume en Añelo.
El sufre síntomas de mala respiración, pérdida del sentido del sabor. Calambres en las piernas, entumecimientos generales.
En esos años compraban bidones de agua potable.
Calcula que más de 30 habitantes de Añelo se hicieron los estudios y que en el laboratorio Ana Zerdán los realizaba.
Cree que la mataron por eso.
Carta para Juan Manuel Aguirre Taboada
Días aciagos, amigo, pero días que pasarán. La ansiedad a veces me juega una mala pasada y me hace leer los diarios, pero prefiero esperar tu llamado diario y con él además de escuchar tu voz, conocer tu realidad. Las noticias serán la realidad para otros, pero no para vos ni para mí, ni las de este juicio ni las de un incendio en Burundi.
Me encuentro la mayor parte del tiempo pensando en vos y en tus padres y me resulta inevitable retraerme a nuestra juventud, al patio de tu casa de la Colón, a la terraza de tu casa de la Rivadavia, a la torta de Chocolinas de Gloria, a los paseos con tu padre, a mis fútiles intentos por jugar al fútbol (debo confesar que sin embargo nunca me resultaron frustrantes).
Pienso en el juicio al que están sometidos y pienso al mismo tiempo en las palabras con las que lo denomino. “Juicio al que están sometidos”. Inmediatamente pienso en vos levantándote cada día con la certeza de conocer una verdad: “soy inocente”.
Imaginé, no sin cierta impotencia, cómo debe sentirse tener que enfrentar un juicio aún conociendo la verdad, y pelear (porque sí, lamentablemente es una pelea) contra alguien que aún no conociéndola, supone una verdad imaginaria y la defiende, en tu contra, con pruebas endebles, y al final de cada jornada las califica de “aplastantes” o “rotundas”. Sabés que no tengo TV en mi casa, pero imagino que el famoso “Show del caño” no debe ser muy diferente.
Pensé entonces en una situación ridícula pero atemorizante. La verdad dejó de importar hace rato (hablo de la verdad acerca de tu inocencia y la de tu padre). Vos la conocés, tu padre la conoce, las personas que estuvieron con ustedes esa noche la conocen. La conocen empíricamente, porque la vivieron. El resto, la supone, la arma, la inventa, algunos acertamos, otros no, pero la verdad es sólo tuya y la sensación es que no vale de nada.
Por eso hoy cuando hablábamos te dije “tengo esta idea que me da vueltas, es sobre de La verdad vs. La suposición”, y quizás es sobre eso que estoy escribiendo.
Yo sólo confío en que quienes tomen la decisión final sean personas iluminadas. Confío y creo, porque al fin de cuentas supongo que la verdad tiene que olerse, está ahí, en la sala donde se desarrolla el juicio, porque vos y tu padre son los únicos que se levantan cada día con ella y la llevan. El resto de las personas ya sabés, supone. Amigo, eso debe doler, pero tenés que ser fuerte y esperar un poco más.
De tu padre ni una huella queda, de vos no se qué hubo alguna vez, y de los dos sólo quedan dichos.
Sabés que soy un hombre de fe al fin de cuentas, y yo se que vos también lo sos, como te lo dijo aquel taxista que te llevó gratis cuando tus pies ya estaban ampollados y se presentó diciendo “Mi nombre es Amable”.
Esas cosas mágicas que suceden, que existen, son producto de la fe. Se le puede llamar fe en Dios, fe en el amor, fe en los infinitos senderos que se bifurcan. Es la misma. Es la fe por saber que un hombre es libre, y que los caminos son infinitos, y llenos de taxistas que se llaman “Amable”
Afortunadamente somos de las personas a las que nos toca toparnos con esos momentos, y todo el tiempo que estuviste (incluidos estos días) privado de tu libertad física, no fueron nada para tu libertad interior. Siempre fuiste y sos un hombre libre, sólo falta un poquito más para que estés completo. Un poquito más de esa ridícula pelea entre una verdad (la verdad con la que te levantás todos los días), y una suposición.
Sebastián Verea.
jueves, 21 de febrero de 2008
Día 12
Empleado Policial
Estaba en servicio el viernes 17 de septiembre. Ante un aviso del comando se acercan al laboratorio con el sargento Becerra y el agente Escobar. Llegan a eso de las 4.30-5 de la madrigada. Encuentran a Juan Carlos, a quien lo encuentra en mal estado, en la recepción. Aguirre les indica donde estaba el cuerpo de Ana. Se acercan junto a Becerra hasta 1.50-2 metros de distancia. Observa el torso y las piernas descubiertas, pero no ve ataduras. Aunque no toca el cuerpo ni lo destapa. Luego llegaron más policías y el perito Schoua. Una hora después (5.30-6 horas) desde que él ha llegado, trasladan a mi padre a la comisaría cuarta, dejando al agente Escobar en el lugar. Nunca, mientras él está allí, ve a Schoua hablar con Aguirre.
Cuando termina su horario laboral regresa a Cervantes, 20 minutos después un móvil lo va a buscar y el oficial Ferreira le toma declaración en la recién creada casa de policía judicial, cita en el parque meteorológico de Cipolletti.
El caso de Ana Zerdán es el primero que la comisión investigativa tiene a su cargo.
Testigo: José. F. Becerra.
47 años. Sargento Ayudante de la policía de Río Negro.
Participa de la recorrida con Gutiérrez Y Escobar en móvil de la comisaría cuarta. Llegan al laboratorio entre 5.30-5.45. Juan Carlos Aguirre se encuentra ahí y le dice:” ahí esta, mire como me la dejaron, pase”. El lugar estaba oscuro, en penumbras, saca la linterna e ilumina un bulto sobre un charco de sangre, tapado. Desde la posición en que observa nota los pies de Ana, pero no se acerca más ni toca nada, Aguirre dice:”por ahí entraron o salieron”, aludiendo a la ventana abierta, entonces se dirige al patio interno para inspeccionarlo. Luego sale del laboratorio y se encuentra con el enfermero, quien le manifiesta que vino porque recibieron un llamado en el policlínico sobre una teórica descompostura de Ana. Justificando así la silla de ruedas que al momento portaba. Entonces lo toma como testigo.
Hoy declara que J.C. Aguirre le hace referencia una ventana más, pero en su primera declaración expresa que a la pasada se había percatado de la ventana abierta, entonces si ahora dice que Juan Carlos Aguirre le hizo referencia,¿porqué en su primera declaración tan cercana en el tiempo al hecho no se acordó de ese detalle?
Hoy también agregó que mientras hacían sus rondas vehiculares en el centro, al pasar 20 minutos antes por el laboratorio, se percata que el auto de Juan Carlos Aguirre ya estaba estacionado en la puerta del lugar del hecho. Veinte minutos luego, hacen su arribo y el posterior hallazgo. Pero en su primera declaración no recuerda haber visto el peugeot 405 bordó, sino recién en el momento de estacionar detrás de éste en el laboratorio.
El defensor Jorge Larrea se reserva por el artículo 326 a la denuncia por falso testimonio.
Testigo: Rosario Moll.
Escribana. Argentina. Ahijada de Ana Zerdán.
Al enterarse se dirigió con su madre a la comisaría cuarta (11 de la mañana) y permaneció un buen rato junto a Juan Carlos Aguirre para consolarlo. Al llegar lo notó angustiado, sollozaba, “una angustia controlada, se preguntaba si habría hecho feliz a Ana”. Luego le contó su periplo de esa noche (Roca-Allen-Neuquén-casa-durmió- 4.30 de despertó y se asustó que Ana no hubiera llegado-fue al laboratorio de Ana-vio el cuerpo con el tapado encima), también le dijo que al tomar el picaporte y ver que estaba abierto a esa hora, pensó lo peor. La policía preguntó por la llave para requisar el auto y J.C.A dijo que no la tenía, pero que había un juego de esa llave, luego llegué yo y dije “yo tengo la llave”. No prestó atención si volví a salir. Para ser más específica dice que entiende un juego de llaves como un original, una sola llave. Sin embargo no recuerda a quien entregué las llaves y desconoce sobre allanamiento alguno proferido a la casa de Ana.
Luego cuenta que el 18 de septiembre estuvo con nosotros en la recepción del cuerpo, y que al volver en su auto, mi padre y yo nos enfrascamos en una charla sobre River y Boca, “y eso me llamó la atención, me pareció fuera de contexto”.
También cuenta que el martes 21 invitaron a comer a los hermanos de Ana, a nosotros, y su padre hizo un asado, y según ella nosotros hablábamos de cualquier cosa menos de lo de Ana, que preguntábamos por el barrio.
Ahora bien, si el 28 de septiembre (10 días después del crimen) hizo una declaración, ¿porqué no contó éstas dos últimas anécdotas?, y aunque ahora igual lo es, ese era el momento más importante.
Luego de ese martes 21 se enteraron por boca de Susana Grisanti de Pereira, que J.C. Aguirre tenía una amante.
Con respecto a mí, dijo que yo le comenté que quería irme a vivir a Costa Rica, “al final acá pasan cosas feas como en las ciudades grandes”, parece que dije yo.
Nota del relator: No es animosidad con la señora Moll, pero uno ya se espera los golpes desde cualquier lado, por eso el “parece”
No conocía la relación económica entre Ana Zerdán y Juan Carlos Director.
Acerca del desalojo de la casa de Ana dijo que duró como dos años y la venta de la casa un año antes. El primer apoderado fue Fernando Lizaso y el segundo su marido. Que le pagaban a Pilquiman con el alquiler que cobraban al local pequeño que se encontraba al lado del laboratorio y del cual Ana también era propietaria.
Nota del Editor: ¿Cómo, no era que eso lo había pagado Mirta Zerdán?
Preguntada sobre si puede dar fe que el desahucio (desalojo) existió, respondió que no lo sabe. Ejem… disculpen…
Tampoco tuvo conocimiento de la reunión que tiempo después de muerta Ana, tuvo lugar en la casa de Juan Carlos Pereyra y Susana Grisanti, en la que se dialogó con el Secretario de gobierno de la provincia de Río Negro, en ese entonces el Sr. Fabio Rey. Encuentro al cual, entre tantos consternados, mi padre y yo asistimos.
Al finalizar, la señora Rosario Moll dijo unas sentidas palabras sobre Ana, fuera de testimonial: “Ana amaba a las plantas, los perros, las cosas sencillas, y creo que Ana merece justicia”
Entonces ya fuera de debate un miembro del tribunal le preguntó:” ¿Qué es para usted justicia?”. –“Encontrar a quien la mató”- contestó ella y agregó,-“averiguar sobre acciones colaterales de otras personas con respecto al caso”-.
El mismo juez dijo:”Que cualquiera que tenga algún dato lo aporte para clarificar ésta causa”
Testigo: Marta Cranzi.
Abogada. Amiga de Ana.
Se entera del asesinato por la radio. A eso de las 12 del mediodía se acerca a la comisaría cuarta, en ella se encontraban Juan Carlos Aguirre, Rosario Moll, Juan Carlos Pereyra, un matrimonio al que no reconoció, entre otros allegados.
Encontró a Juan Carlos Aguirre “realmente muy compungido” Ante la repregunta de la querella ahondó en su descripción:”Escuché que sollozaba y me pareció espontáneo.”
Mientras estaban allí, Juan Carlos Aguirre le contó lo que había hecho la noche anterior, incluso sacó un papel blanco de su saco y le dijo que aún tenía la boleta de donde había cenado.
Con respecto a la llave cuenta que un policía ingresa en la oficina donde estaban todos y pregunta por las llaves. J.C. Aguirre dijo que no tenía nada, pero yo sí. Mostré un manojo de llaves y dije que tenía un duplicado. Pero no puede decir si yo ya las llevaba en mi poder o las había ido a buscar a la casa. Tampoco sabía acerca de un allanamiento, lo supo luego (días después).
Al citársele su primera declaración, cercana en el tiempo al hecho, la ratificó. Esta dice: “En un momento dado, personal policial le pregunta si tenía alguna llave o duplicado del auto de ella (por Ana), a lo que respondió (J.C. Aguirre) que no tenía nada, al rato llegó Juan Manuel y manifestó que había un duplicado de las llaves en la casa”
Por otro lado no sabe si el juez se había hecho presente, ni vio a Hugo Medina en la comisaría.
Dijo que mi relación con Ana no era buena, que ella discutía con mi padre porque yo no estudiaba ni trabajaba y encima mi padre me daba dinero. Y recuerda que Ana siempre terminaba diciendo: “Pero yo no sé, nunca tuve hijos”
Ana le comentó que la situación económica era difícil y que algunas veces tenía que ayudar a Juan Carlos Aguirre.
Con respecto a Espacio Fútbol 5 no sabe cuanto dinero puso mi padre y sí que Ana le cedió el departamento en pago por su parte, debido a un problema entre Barceló y nosotros dos.
Nota del relator: Vale aclararlo de una vez, yo Juan Manuel Aguirre Taboada me hago responsable de lo que digo: Mi padre se separó de la sociedad porque jamás recibió un peso desde que se inauguró el complejo, cabe decir que desde su apertura Juan Manuel Barceló manejo la caja.
Era normal que Ana se quedase a dormir en la caca del Lago Pellegrini, propiedad de Susana Grisanti y Juan Carlos Pereyra.
Ella no cree que Ana tuviese horarios regulares pues era de mucha actividad solidaria y social y participaba de múltiples compromisos, a veces 3 o 4 en el mismo día. Pero claro, no conoce los horarios que en una pareja se establecen y que les compete solo a los mismos.
miércoles, 20 de febrero de 2008
Día 11
Cerrajero
Lo llamamos para cambiar la combinación de la casa del Barrio Flamingo. Juan Carlos Aguirre pagó el trabajo. En general se atuvo a lo declarado porque no recuerda bien el suceso.
Testigo: Edgardo Guevara.
Enfermero del Policlínico Modelo.
El día 17 de septiembre trabajó en el turno noche (22 a 6 de la mañana)
Esa madrugada el recibe el mensaje desde recepción a las 5.45 horas. Le dicen que Roberto de la Vega se comunicó desde el policlínico ADOS (Neuquén), para informarle que su Ana Zerdán estaba “descompuesta” en su laboratorio, y que es por eso que el lleva la silla de ruedas.
Cuando llegó había dos agentes policiales, uno fuera del laboratorio y otro dentro
Dice que no habló con Juan Carlos Aguirre mientras él está ahí, y que como testigo permaneció en el lugar hasta las 6 de la tarde. A pesar de lo expresado dice que J. C. Aguirre le pide que le busque un teléfono. Por otra parte agrega que Aguirre busca o revuelve papeles en el escritorio de Zerdán y que lo hace tratando que el testigo no se dé por enterado. Luego al preguntarle el doctor Larrea su ubicación desde donde observó eso, éste le dice que se hallaba sentado por lo cual habiendo entre el escritorio y los sillones de recepción un mostrador más alto que ambos, no se explica como hizo el señor Guevara para observar tales movimientos.
Por otro lado dice haber visto el cuerpo de Ana, atado de pies y manos y desfigurado y que sólo puede observar el cuerpo cuando entra al baño. Preguntado por el tribunal sobre en que momento observa el cuerpo, éste aclara que recién lo ve tres (3) horas después de arribar al laboratorio. El observa el cuerpo luego que el juez Juan Torres arribara al lugar, lo cual ocurre unas 4 horas más tarde de su llegada. Además de él, hubo otro testigo civil que llegó 10 o 15 minutos más tarde, pero que se quedó en la vereda.
También dijo que antes que el juez llegara hubo muchos policías dentro del laboratorio.
Según su declaración anterior Juan Carlos Aguirre fue trasladado en ambulancia desde el laboratorio, hoy dice que Aguirre se resistió a ser llevado en dicho vehículo, que de hecho, no lo vio subir a ella. Preguntado acerca si había visto descompuesto a mi padre, contestó que no, en ningún momento.
Acerca del cuerpo de Ana dice que presenció cuando el forense movía el cuerpo. En su declaración dice que al observar la tapa de la mochila del inodoro, luego de aplicados los reactivos, el perito le hace observar y en palabras del propio testigo dice: “se notaba claramente la huella de un dedo PULGAR”
Anteriormente declaró dos veces en General Roca. La primera en diciembre de 1999 la hizo en sede policial, la segunda en junio de 2000 no fue escrita, aunque si realizada.
En esa declaración anterior dijo que había visto un diente y un aro detrás del inodoro, pero hoy dice no recordar haber visto nada detrás del inodoro ”ni que hayan estado ahí esas cosas”.
Dijo que recordaba el peugeot 504 de mi padre estacionado siempre sobre la calle Libertad. Luego al leérsele las declaraciones dijo que era un peugeot 405 y que lo veía estacionado en calle Libertad desde tres meses antes del asesinato.
¿Cómo pudo haberlo visto si mi padre había comprado el auto solo unos días antes de la muerte de Ana?
Testigo: Esteban Vega.
Empleado.
Le vendió el Peugeot 405 a mi padre tomando el fiat Duna que éste poseía en parte de pago. Por su lado J.C. Aguirre se haría cargo de la deuda de plan que poseía el Peugeot.
El traspaso se efectuó un par de días antes del 17 de septiembre, pero habían quedado en formalizar la venta luego que Juan Carlos Aguirre efectivizara el pago de la cuota adeudada del 405.
El boleto de compra-venta figura con fecha de 17 de septiembre aunque se habría realizado luego, pero no logra evocar cuando exactamente. Tampoco sabe quien confeccionó el boleto.
No recuerda si le leyeron su declaración anterior.
Testigo: Mario Voria.
Comerciante. Copropietario de “Zuain y Voria”
Juan Carlos Aguirre era cliente regular.
El 17 de septiembre a la tarde Juan Carlos Aguirre fue a buscar su auto a las 16 horas. Lo había dejado el día anterior para que le arreglasen un problema con el cierre centralizado. Si sabe que le dijeron que volviera luego, ya que aún no estaba listo y tendría un nuevo inconveniente. En primera instancia cree que se le entregó el automóvil aproximadamente a eso de las 19.30- 20 horas, pero no puede aseverarlo ya que la entrega no la hizo él, sino alguno de los empleados del taller.
Preguntado por la querella acerca si él es el único autorizado a hacer los cobros, dice que su empleado Víctor Salerno, también está autorizado a hacer la factura final.
Testigo: Esteban Llempe.
Sobrino de Nora Apablazza. Reside en Rincón de los Sauces.
Preguntado acerca de una denuncia presentada el 11 de agosto de 1999 en la cámara segunda de la fiscalía de Neuquén y firmada por Miriam Pazos, dice desconocer este hecho. Agrega que el nunca hizo tal denuncia, aunque admite que los datos personales aportados en la documento le pertenecen.
Ratifica que el no ha hecho tal denuncia.
martes, 19 de febrero de 2008
Día 10
Médico. Amigo de Ana.
Con respecto al viernes 17 de septiembre, comenta que el se retira de su consultorio, ubicado en la cuadra anterior al laboratorio de Ana, a las 9-9.30 horas, y que le llama la atención las luces prendidas en dicho laboratorio.
Cuenta además que Ana lo veía cada 15 días debido a un tratamiento nutricional que las amigas le habían aconsejado para disminuir un cierto sobrepeso. Si bien al empezar la dieta balanceada la vio a Ana un tanto decaída, conforme fueron pasados los días, la encontró mejor, gracias a los resultados que la dieta estaba evidenciando.
Era una dieta laxa, basada en proteínas, verduras y hojas verdes. No hidratos de carbono, harinas blancas, alcohol, vegetales que crecen debajo de la tierra.
No incluía medicinas de relevancia ni ansiolíticos.
Con respecto a Ana dice que poseía una gran sensibilidad social, y que también colaboraba con ONG´S. Cree que es imposible que Ana tuviese enemigos pues era una persona muy querida. Por otro lado Ana nunca le hizo comentarios de índole personal. Si en cambio charló con él acerca de la mala situación económica por la que atravesaba debido al atraso de las obras sociales, además que esos eran meses de típica retracción financiera. Y también había mucha competencia.
En general dijo que era una persona saludable (un poco de sobrepeso), pero con una resistencia física moderada.
Testigo: Carlos Asef.
Abogado apoderado de Repsol-YPF en las provincias de Neuquén, La Pampa y Río Negro.
El 3/2/2004 fue notificado en un pedido de prueba anticipada (Apablazza-Araneda)
“Araneda Leopoldo y otros contra YPF y otros sobre prueba anticipada n 301639 realizada en el juzgado civil N 1 de la ciudad de Neuquén.
El INTI (Instituto Nacional de tecnología industrial realizó un estudio de agua por el cual se tomaron 3 muestras y de llegó a la comprobación que la presencia de hidrocarburos era ínfima. Pero no se hizo referencia a si era potable para consumo.
No supo acerca de la denuncia en la cual se dijo que el Inti habría realizado el estudio 2 o 3 meses después de tomar las muestras, por lo cual éstas perderían validez.
Se le preguntó:
En agosto de 1999 se presentan ante la fiscalía Numero 5 de la ciudad de Neuquén presidida por Cristian Piana, varios vecinos de Añelo, entre ellos Leopoldo Araneda y Nora Apablazza, con estudios efectuados por la doctora Ana Zerdán, denunciando que sus graves problemas de salud eran producto de la contaminación ambiental que allí se vivía, ya que en su sangre se encontraron altos valores de metales pesados.
¿Qué nos puede decir acerca de esto?
Respondió diciendo que desconocía tal suceso.
Preguntado acerca de si conoce al Señor Solorza quien sería el proveedor de agua potable, respondió que dijo desconocerlo.
Tampoco sabe acerca de las reuniones que habrían mantenido autoridades de Repsol en las ciudades de Washington y Madrid.
No tiene conocimiento acerca del juicio que en primera instancia ganaron las comunidades mapuches contra Repsol-YPF, por una suma de 466 millones de dólares, basada en la contaminación del medio ambiente por medio de derivados de hidrocarburos.
Testigo: Graciela Alonso de Edorna.
Amiga de Ana.
Casi todo lo que voy a enumerar fueron (supuestamente) palabras vertidas por Ana a ésta testigo, Casi ninguna de éstas apreciaciones fueron escuchadas por un tercero o tercera.
Es decir, que para constatarlas, deberíamos revivir a Ana Zerdán y preguntarle. Al final, en negrita y vana algunas aclaraciones.
-“Ana dormía con el enemigo”
-“Ana me dijo que era imposible convivir con Juan Carlos Aguirre”
- “J.C.Aguirre no trabajaba, le debía mucho dinero a Ana, le cedió un departamento”
. “ Desde el año 1991 Ana habría querido separarse de mi padre, pero cada vez que iba a hacerlo éste se “enfermaba”, por lo cual el enorme corazón de Ana le impedía dejarlo
-“Conmigo la relación era pésima, ya que yo no trabajaba ni estudiaba, me levantaba al mediodía y era desordenado”, según le expresó Ana, la relación con mi padre andaba mal desde que yo había llegado
Según esta testigo yo ya vivía en el departamento desde el año 1994.
“Ana me dijo que iba a comprarle el fútbol 5 a Calí para no perder su amistad”, y que por vergüenza no le hizo ningún comentario acerca de la compra venta del departamento (esto último es una conclusión, como tantas de la testigo)
“Ana me comentó que Juan Carlos le había pedido que haga el testamento a favor mío”
Cierta vez Ana llegó con un hematoma grande en el ojo, pero ella le dijo que se cayó en el laboratorio, cosa que la señora de Edorna no creyó.
Según ella Ana recibió llamadas anónimas en las que le decían que Juan Carlos tenía una amante.
También dijo que (siempre por boca de Ana) mi padre y yo habíamos tenido una pelea en el año 1996 en la cual yo lo agarré del cuello porque no me dejó tomar cerveza.
El juicio de desalojo fue llevado adelante por el doctor Lizaso y luego por el doctor Juan Scianca.
Luego de todos estos comentarios contados con lujo de detalles, el tribunal le preguntó:
¿Puede decir algo que sirva para la causa?
A lo que respondió que Ana no tenía enemigos, (más o menos los que algunos que conocieron a la doctora Zerdán han dicho con anterioridad)
La testigo insiste sobre lo del testamento, a lo que el tribunal le responde que a veces una herencia también pueden ser deudas.
Dijo que llevó a Julia Pilquimán a la ciudad de Gral Roca para que declarase frente al juez Torres.
Según ésta señora, Ana era sometida a una presión psicológica ejercida por quien escribe y mi padre. Luego de abril de 1999 Ana no habría hablado más de Juan Carlos y su relación con él.
Relató un suceso en que cierta vez en que Ana y ella caminaban por circunvalación, en la zona comprendida entre rita chica y ruta 22, las habría pasado a muy alta velocidad un automóvil Wolkswagen Polo, color rojo, y que a 300 metros habría frenado y alguien empezó a filmarlas, por lo cual ella cubrió a Ana inmediatamente. Parece que a la señora de Edorna un segundo le ayudó a comprender que querían filmar a Ana debido al trabajo y las “deudas” de Juan Carlos, no así a ella ya que su esposo “no anda en nada raro”
Acerca de esto se le consultó sobre la ocupación de su marido, quien posee la razón social Estaciones de servicio “ Servicios Cipolletti” S.R.L, y negó que la gasolinera ubicada en el pueblo de Añelo fuera de su propiedad.
Luego dijo que vio al señor Aguirre manejar el auto desde el cual las habrían filmado, y alegó que en realidad era un Gol rojo, aunque no pudo precisar la coincidencia de las matrículas. En su anterior declaración dijo que vio el auto frente al edificio Cipolletti, pero que no lo vio manejando a Juan Carlos Aguirre.
Palabras más, agravios menos, eso fue su testimonial.
Ahora bien, si ella sostiene que Ana luchaba por los derechos femeninos y, como muchos saben era una mujer independiente, ¿en qué se equipararía ese discurso de la doctora Zerdán con la supuesta realidad de mujer golpeada y explotada económicamente?
¿Porqué en sus testimoniales no le llamó la atención sus ”lastimaduras”? O mejor aún, si el deseo de Ana era dejar a mi padre desde 1991, porqué ella como amiga no hizo algo en 8 años?. Uno puede no meterse en una relación de pareja, pero si ve que un amigo querido corre cierto riesgo, tenderá a hacer algo.
Nunca entró al departamento de Ana, pero sin embargo estableció una relación de precios con el porcentaje de la cancha de fútbol 5, tampoco conocía los valores que se manejaban.
Anteriormente aludió al juicio de desalojo pero en declaraciones anteriores no le constaba.
Ante la pregunta del tribunal acerca sobre que otros cabos ato para concluir en que mi padre y quien escribe asesinamos a Ana Zerdán, respondió con evasivas. Dijo que Ana llegó a tener el ford Fiesta por muy poco tiempo, unos meses nomás. Si era tan amiga,¿ cómo desconocía que Ana Zerdán tuvo por dos años dicho vehículo?
Creo que Graciela Alonso de Edorna hizo quedar a Ana como todo lo que no era: miedosa, sometida, nada independiente. La transformó en una mujer que no podía tomar sus propias decisiones, cuando Ana, que era hija y hermana de padres luchadores y humildes, se abrió paso en la vida, estudió y se recibió, trabajó a lo largo de todos sus años de existencia y ayudó a cuantos pudo.
lunes, 18 de febrero de 2008
Un lunes acolchonado y un martes indignante.
Hasta en los más llevaderos días, como el hoy, viniendo al caso, te hacen recordar de alguna forma que el peligro es permanente, que no solo tienes que pelear con los que un daño quieren proferirte, porque aún en las horas en que ellos no se sienten en la mesa, otros estarán acechando.
No es objetiva y exacta esa última expresión, y lo sé. Pero cuando solo esperas transcurrir unas horas en paz porque has visto a algunos lejanos amigos y han dicho sus verdades (aunque otros las vistan de monas), empiezas a retornar a esos años y también el porque fueron cercanos estos hombres que hoy se sientan en el banquillo de testigos.
Milton, siempre sonriente, dispuesto a pasarlo bien, canchero, entrador pero siempre con medio pie en orsai. Gran conversador que con ello equilibra lo de la posición adelantada. A la sala de audiencias llegó con un “bonggiorno” y se fue con un “adío”. Así, visto y oído después de tanto y por arriba, trasluce que no ha cambiado mucho.
Federico, que decir de éste médico macanudo y mujeriego que optó por la profesión que admiro, y que viajó por muchos lados y que ahora vive allá, en El Bolsón, en esos pueblos que nacieron como lo que hoy se llama Cristiana en Copenhague (Dinamarca), con el fin de conformar comunidades más en equilibrio con la naturaleza.
Y Matías, que nunca se fue y trató de no cambiar esa esencia divertida que porta, el pasarla bien y conocer damas, sin por ello lastimar a nadie. Que después de mucho tiempo y por un enojo que ninguno de los dos ya bien recuerda nos privó a ambos de encontrarnos en mi segunda detención (2004) y en ésta última, que me tiene aquí desde poco menos de dos años. Y hasta hace un mes no nos vimos, pues por fin saltó el cerco y vino a darme un abrazo. ¡Tanta vida, tantas anécdotas y tan poco tiempo Mato!, espero que las compartamos con los dos desde el lado de la vida en movimiento.
Luego el día corrió y vine a enterarme por algunos medios que la certeza que yo tenía de esa noche en un bar con mis amigos no era cierta, y que ellos habrían dicho lo contrario frente a los jueces. Es más, según los medios, las palabras de los tres me complicaban. Menos entendí cuando supe que un par de ellos se quejaron pues habían tergiversado sus dichos. Por ejemplo, sobre Federico, ¿Qué tiene que ver que haya sido honesto y dicho que para él fue una noche más de adolescentes con amigos y afinidades y que no la recordaba en particular?, es más, creyó que Milton y yo habíamos ido a General Roca. Luego, leyendo su declaración de 9 años atrás, la ratifica, y en ella consta que fue a la ciudad de Roca, pero luego que Milton se quedara atendiendo el bar y dejarme en mi domicilio y que pues así lo dijo en ella días después del crimen. Eso habla a las claras de un hombre que no quiso ofender a nadie, pero que constatando su firma y sin notar ninguna alteración en su indagatoria, asevera que lo allí expresado es cierto.
Si sigo seré tendencioso, pero con esto pido ecuanimidad, no más. No bajemos línea, informemos. Creo que el espíritu de ésta página es ese, o al menos aspiramos a ello. Hoy el tribunal expresó mientras declaraba un testigo “Más allá de lo que la prensa diga, la justicia se imparte acá”, golpeando el letrado con su índice el escritorio.
Con respecto a usted, señora que declaró como testigo un buen martes 19 de febrero del 2008, a quien le confundo el apellido (¡cuanto será que la tengo en mis pensamientos!), mejor mire, para no caer en el yerro la distingo como “señora vestida de rojo y blanco con ánimos de ser tanto federal como unitaria y testigo como jueza” Y entonces, solo puedo darle las gracias, ya que usted fue la prueba vívida que he dejado de sufrir por las palabras vacías, los improperios rampantes (término que también define como trepador, ambicioso sin escrúpulos) que usted nos ha dispensado con total desparpajo, molestando también al espíritu de Ana Zerdán y poniendo en su boca palabras que no ha dicho, o que usted resignificó a gusto y conveniencia. Y sus injurias me sirvieron para darme cuenta que yo no me engaño, que era bastante vago y me pasaba el día leyendo, de vez en cuando trabajaba (mucho más de lo que usted creería, pero no tanto como para decir “me rompí el lomo”), y a veces también intentaba mi querer y jugaba al fútbol. Que amaba y amo viajar como no he amado nada en ésta vida –epifanía aún ignorada-, y que por eso precisamente no me hallaba en ésta, su ciudad, desconociendo el porqué. Y entonces, prolongué mi estadía aquí demasiado tiempo. Así que gracias otra vez, señora de rojo y blanco, pues usted y toda su maldad para con nosotros no hizo otra cosa que levantarme, ¡más aún!, y entonces respirar hondo, mirar el cielo con rejas o sin ellas y saber que para siempre he sido libre y como tal he de dar mí último suspiro.
Día 9
Pertenecíamos a un grupo de amigos en esa época.
Dijo que al ir a buscarme, a eso de las 12- 12 y cuarto de la noche del viernes, el portero Félix Cuello le habría dicho que yo estaba con Nancy Salinas. Tocó el portero eléctrico a las 12.15 pero yo no lo atendí. Luego me vio en el Gato, declara que me vio llegar a eso de la “una, una y algo”, y que después nos fuimos con Matías Payotte, Federico Belles y Rodolfo Puentes a eso de las dos de la mañana. Luego del grupo se desarmó un poco. Me vio algunas veces en mi moto roja y en el Peugeot 405.
Testigo: Matías Payotte.
Empleado administrativo. Amigo de quien escribe
“Esa noche nos encontramos Federico Belles, Juan Manuel Aguirre, Rodolfo Puentes y yo, entre otros, como a la 1 de la mañana en el bar El Gato. A eso de las 2 de la mañana lo dejamos a Juan Manuel en el edificio Cipolletti y nos fuimos a Gral Roca.
A eso de las 2.30 llegamos a esa ciudad”. Fueron más o menos las palabras iniciales de Matías. Dijo que no fui porque no tenía plata, ni ganas.
Dijo que en esos días no sabía si Nancy y quien escribe seguíamos juntos. Tampoco sabía si Nancy estuviese embarazada.
Dijo que nunca le hablé de la relación con Ana, pero si sabía que no era buena ni mala, un tanto superficial. Con Juan Carlos discutía, pero nada fuera de lo común.
Alguna vez le comenté que la relación entre Ana y mi padre no era muy intensa,”Cada uno hacía su vida, separados y tranquilos”, agregó. Sabía de la existencia de Marta Marinozzi.
Me consideraba bohemio, muy aficionado a la lectura. Que podía ser calentón, pero no más de golpear una puerta, patear algo…pero jamás agredir físicamente a alguien
Con el tiempo nos distanciamos como amigos.
Declaró que me vio una vez a principios de este año. Dijo que algunas veces le pedí el auto a Ana para hacer cosas puntuales a las que me acompañó, como alguna cobranza, y regresar enseguida.
Y no recuerda que llave se utilizaba en el auto de Ana.
Al final agregó que prestó 3 declaraciones, la primera policial en el parque meteorológico, la segunda con el juez Juan Torres, y la tercera “extraoficial” con 5 o 6 policías efectuada en la sede judicial actual.
“Me ofrecieron protección de testigos, cambio de identidad, me apuraron, me dijeron que yo en un asado dije que sabía quien era el asesino”, pero de todas maneras la situación le pareció patética por parte de los policías, de los cuales dejó constancia que uno de ellos le expresó ser de General Roca, y también reconoció a otro: Osvaldo Sánchez. “Gordo, petiso, robusto, era él”, agregó.
Testigo: Federico Belles.
Médico. Pertenecíamos a un grupo de amigos en esa época.
Éramos amigos ocasionales. De juntarnos a comer pizza.
No recuerda bien esa noche, y sin ofender a nadie declara que sencillamente para él esa fue una noche de adolescentes, que luego el se recibió y viajó y que ahora reside en El Bolsón, que ahora cuando recibió la citación recordó todo (Leer crónica “seguida de un lunes acolchonado 18 de febrero”).
Incluso no recordaba que Milton y yo nos fuésemos ido a la ciudad de Gral Roca. Al leer su declaración si lo ratifica ya que empieza a recordarlo tras leerla.
“Un tipo piola, del grupo de amigos”, dijo sobre quien escribe.
Testigo: Susana Beatriz Marinozzi.
Vivía en Brentana 62, a la vuelta del laboratorio de Ana.
Conocía a Ana. Su madre, Marta, tenía una relación sentimental con Juan Carlos Aguirre. Cuenta sobre esa madrugada que a las 6 am suena el teléfono y como el aparato del dormitorio no andaba tuvo que ir a atender al de la cocina. No llega, pues cuelgan antes.
A las 6.30, su hermano Miguel Ángel la llama para preguntarle si había escuchado tiros o algo así. Parece que mataron a alguien le dice. Su hermano trabajaba en la central de un servicio de taxis.
Salen a ver con su madre y al doblar por calle San Martín ve el auto de Juan Carlos estacionado frente al laboratorio con las puertas abiertas, al cual le estaban haciendo un allanamiento. Habla con el ambulanciero de empresa Diniello, quien le comenta que habían matado a Ana Zerdán.
Luego vuelve a ver a Juan Carlos en el velatorio de Ana, su madre por obvias razones, no va. Allí J.C. A dice que el las llamó a las 6 de la madrugada para avisarles.
Sobre el día anterior dice que su madre la llamó en la tarde (18 horas estimativamente) a su celular para decirle que se iba a Roca con Aguirre. A eso de las 21- 21.30 las pasan a buscar (también a su sobrina) para ir a comer a Neuquén, pero ellas no quisieron. La madre le comenta que ve el auto de Ana estacionado sobre Brentana y el laboratorio con las luces apagadas. Vuelven a eso de las 12 y le cuentan donde habían comido. Generalmente Juan Carlos Aguirre cenaba en su casa y también cuando Ana Zerdán tenía un evento. Su madre y Aguirre se veían en la semana, no así sábados y domingos.
Sabe que Juan Carlos se fue 12.55 de la noche y que llegó y se acostó. Habló por teléfono con su madre.
Y consultada en orden atemporal, respondió:
“Un comisario le contó a Aguirre, que se había metido con la tortillera más grande de Cipolletti. J.C. Aguirre nunca lo creyó”
“No le fue bien con la cooperadora del hospital, se vendió poco, pero llegó a un arreglo, en ese momento tenía deudas normales”.
“Juan Carlos Y Juan Manuel tuvieron alguna discusión, siempre porque se llevaba el auto y no se lo devolvía a su padre en el horario convenido”
La relación entre Ana y Juan Manuel era buena.
Dijo que la relación entre Ana y Juan Carlos era buena, aunque cada uno hacía su vida. Ella cree que Ana sabía acerca de la relación con su madre. Dijo:” Siempre hay un amiga que ve, alguien que comenta, las mujeres nos damos cuenta cuando un hombre nos engaña”
Compartió muchas cosas con mi padre y su familia.
La relación conyugal finalizó hace 4 meses.
No lamenta que su madre, al volverse a enamorar, lo haya hecho de Aguirre, sino por la situación que tuvo que pasar. Todo éste suceso trágico de Ana y en lo que decantó.
Testigo: Marta Marinozzi.
Ama de casa. Abuela. Ex pareja de Juan Carlos Aguirre.
Aproximadamente llamó a su hija a las 6 de la tarde para avisarle que se iba con Juan Carlos a General Roca.
Alrededor de las 20 horas llegaron a la unidad 77 de G. Roca, donde Juan Carlos bajó y habló con el comisario Riveros, luego pasamos por lo del señor Blanes y de ahí fuimos a Allen, donde Juan Carlos se encontró con el subcomisario retirado Vera. En esa ciudad no se quedaron mucho tiempo. A eso de las 9.30-9.45 pasaron por su casa para invitar a comer a su hija y su nieta a Neuquén, esto debido a que Ana tenía un compromiso esa noche.
Antes de llegar a su casa vieron que el coche de Ana estaba estacionado sobre calle Brentana. Dice que no era común que salieran a comer afuera, algunas veces nomás, aunque si lo hacían seguido en su casa. Siempre que salieron pagó Aguirre. Luego contó que fueron a la parrilla “Las 3 Marías” de Neuquén. Volvieron cerca de las 12 de la noche, su hija le dijo a Juan Carlos que se quedara hasta la 1, pero éste se fue a su casa a las 12.55.
Luego Juan Carlos la llamó, hablaron un par de veces y cortaron.
La rutina con Juan Carlos era compartir los días de la semana, una hora por la mañana a lo sumo y la media tarde. Marta le ayudaba con su trabajo haciendo papelería. Los fines de semana no se veían, y a veces no hablaban.
Marta aceptó el papel de ser la segunda, pues ella también tenía su vida y su familia. Nunca pensó en irse a vivir con Juan Carlos Aguirre. Inclusive el una vez le dijo:” Yo no dejo a una mujer por otra”.
Le contó que con Ana tenían una buena relación, de compañeros, aunque ya no intimaban.
Corrobora los dichos del comisario que le dijo a J.C. Aguirre con respecto a Ana: “salía con la tortillera más grande de Cipolletti”, a lo cual mi padre le dijo que nunca creyó tal cosa.
Las discusiones entre mi padre y quien suscribe casi siempre eran por el uso del auto, ya que según Marta, yo nunca entregaba el auto a tiempo (debo admitir que el enojo de mi padre era muy válido)
Dice que mi padre al entrar en el laboratorio efectuó las llamadas en la frecuencia declarada: Policía- Roberto de la Vega- su casa.
Ante una lectura de su declaración del 18/2/2000 en la que dice:” Por Juan Carlos Aguirre pongo las manos en el fuego, por Juan Manuel Aguirre Taboada no, porque lo conozco lo suficiente, pero lo creo incapaz”. En el día de hoy dice que también las pondría por mí, ya que ahora me conoce y de ninguna manera cree que yo pudiera hacer tal cosa.
Preguntado acerca de Carlos Gallazeti dice: que él y su señora eran amigos de la familia, tanto de su padre como de su familia en general. Ella era amiga del matrimonio. Tiempo después que el señor Gallazeti mata a su mujer, ella, a pedido del abogado de dicho señor, lo visita junto a algunos familiares en la alcaidía de Roca. A raíz de esto y preguntado por Oscar P., dice que Marisa Boronat le pone el apodo de “viuda negra”.
En la sala nadie sabe a ciencia cierta que quiere establecer el abogado querellante con esto. Se ve que el letrado cree en la imposibilidad de las coincidencias, pero por otra parte insiste con un marcado estilo de telenovela venezolana para enroscar a la testigo; y de paso humillarla con el comentario de un desgraciado apodo.
Mi padre pagaba por los gastos del departamento en donde yo vivía, y con respecto a la casa de Ana, Marta también sostiene que él le pagaba a Julia yotros gastos de la misma.
Cuenta que sus hijos mantienen relación con Juan Carlos y que ella estuvo a su lado hasta octubre del 2007, pero que la relación amorosa habría finalizado tiempo atrás. Solo mantenían un vínculo de amistad y trabajo.
A título personal debo decir que Marta Marinozzi, al igual que Ana Zerdán, es de esas personas con las que siempre se puede contar, y que en éste último año en reiteradas ocasiones fue a visitarme y llevarme alimentos y vituallas a la alcaidía de Roca.