miércoles, 2 de abril de 2008

A veces...


A veces quiero distraerme de todo esto, les juro que aunque no tenga libertad, disfruto del remanso de un juicio que ahora vive entre otros debates que le han robado el protagonismo.Una historia ésta, que ahora depende de los compromisos que jueces y abogados tienen entre tantos.
Un descanso inmune al recuento de este derrotero de verguenzas propias y ajenas, hasta que por fin me dispongo a aceptarlo, a recepcionar mi propio sufrimiento y escribir esta líneas.
A propósito, gracias por leerme, sean 7, 28 o 1027 personas las que lo hagan, pues me importa que presten atención en lo que tengo para decir. No es una cuestión de ego, ni siquiera estilística, pues aún soy un escritor del montón que ni siquiera ha sudado la gota gorda de lo que ama hacer: contar historias.
Es valeroso para mí por otra razón: es este casi el mejor esfuerzo de la defensa mía, mi grito cibernético, la propia verdad desnuda. Cada vez que escribo en ésta página me siento como ese sueño en el que uno se encuentra desnudo frente a un montón de gente, pues yo busco ser ecuánime al poner cada palabra, al citar a cada testigo. Aún desde el ojo del acusado, aún viviendo en el lugar abstracto de aquel que ha de ser defenestrado por la sociedad. Comunicarme es lo que me equilibra, lo que me sostiene, la búsqueda del contacto mano a mano con quien sea que cuente con 5 minutos de su valioso tiempo para dedicarnos. Saber que algunos al menos, darán lugar a éste intento. Es que,¿saben?, poseer la verdad propia que me libera y aún cuando pueda gritarla a los 4 vientos no alcanza para decirles algo de mí, necesito trasladar los sinsabores de muchos que como yo sufren por la discordia de una Historia argentina que no termina por enfrentar los hechos.
Y creo que uno de ellos, no voy a descubrir nada ya que historiadores, estudiosos y filósofos argentinos y extranjeros ya lo han citado antes, es nuestra incapacidad para afrontar la realidad.
Y me anoto antes que nadie: soy un argentino tosco. A lo largo de mi vida habré repetido infinidad de veces información no corroborada, o sea "bolazos", como entenderán los que tienen entre 30 y 40 años. Esa capacidad de histrionismo que muchos sacamos a relucir cuando queremos dejar constancia que estemos con quien estemos, somos particulares, seres únicos; y entonces tomamos cualquier grano de información que terminamos usando para alardear un poco. Sea ante una novia, un jefe, una tía, el profesor de química, o el cajero de supermercado.
"El hablar por hablar" no es un insulto contra la inteligencia, pero puede ser peligroso y es probable que termine dañando a alguien. Y entonces a fuerza de golpes morales es que he aprendido (no hace mucho) que nuestra palabra es poderosa, y que puede cambiar el curso de otras vidas, por supuesto también la nuestra.
Por todo esto, y ya que igual otros ponen palabras en mi boca como si yo fuera un corderito entregado, es que salgo con mis mejores botines de fútbol: la palabra, la investigación, la certeza que hago lo correcto, que uno tiene que salir a defenderse en todos los frentes.
Miren sino esta simple enumeración de adjetivos, sin orden de importancia establecido, que contra quien escribe se han vertido (o dado a entender) durante las audiencias de este debate:
mentiroso, vago, cornudo, vividor, asesino, violento, celoso, indisciplinado,dormilón, desubicado, manipulador psicológico, y hay otros más.
¿Cómo puedo quedarme de brazos cruzados esperando sentado que terminen por arrebatarme la certeza de mi inocencia, e intenten introducirme la culpabilidad en el cerebro?
Quisiera saber cuanto psicológicamente me ha esquilmado todo.
Nuestro habitat es la sociedad, pero ella nos devorará sino le somos funcionales, generalmente lo hace y nosotros pasamos a formar parte de una gran escenografía, pero de vez en cuando logramos entender más o menos ésto, y nos independizamos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sigo con mucha atenciòn todo lo que escribe Juan en èste blog,y todas las noticias que salen en la pagina web de Rionegro.com.ar
Me parece increìble que estè sumergido en èsta mentira y este complot.Te juro que a veces me dan ganas de ir con un grupo de comandos y sacarlo a la fuerza de donde tan injustamente lo confinaron.
Creo en la inocencia de "Sugar", o "la mosca",como nosotros le decimos.Èl va a saber explicar porquè le decimos asì.Es por lo mismo que le dicen "Chango".
Cuantas cosas vividas juntos,en tierras ajenas y propias.Cuantas anècdotas.Pero vas a salir libre,no me queda ninguna duda.Y solo te quedarà el recuerdo de èsta peasdilla.
Ànimo,y un abrazo enorme.
Tus amigos, Pablo y Vane.