domingo, 25 de septiembre de 2016

Entrevista en TV Rionegrina, por Pablo Fondevila


El viernes 16 por la noche, mientras comía empanadas con mi padre, recibí el llamado del locutor y periodista Pablo Fondevila, quien se desempeña en los noticieros de TV Rionegrina. Objetivo: una entrevista en vivo al cumplirse los 17 años del asesinato impune de Ana Zerdán.
11 minutos donde pasamos revista junto a Pablo de los desatinos jurídicos impulsados por Oscar Pandolfi y el servilismo del juez(?) Juan Torres, en cuanto a la  de las órdenes del primero.

AQUÍ PUEDES VER EL REPORTAJE

Agradezco el interés de Pablo en profundizar sobre la experiencia que me ha tocado vivir, esta que hago saber en los medios, en el subte, en la calle y las plazas, mi verdad caminada en el sur y en Mar del Plata en Buenos Aires y Lanús, en buses y bicicleteadas; la historia que me trasunta el alma y la memoria de Ana.
Mi pelea se ve renovada ante el día a día que nos desayuna con mas muerte por violencia; marea humana que destruye y nos corroe, la acción brutal como respuesta sistemática en una sociedad que ya nos nos asombramos. Así, el "que se le va a hacer" ha empuñado la escopeta, y así "meter caño" nos doblega. Todo tiempo la disputa es por algo, esto es Cosas: Información, Poder, Dinero, y el resto de riqueza ganancial. Cosas.
Ni mi padre ni yo hemos matado a Ana, sin embargo muchos millones del Estado Rionegrino y Nacional se siguen yendo en este crimen. A tal punto que hoy el asesinato lo comete el Estado.
Dijo Thoreau: "Mis pensamientos asesinan al Estado"; en este caso, y bajo 17 años de democracia, somos mi padre y yo a quienes el Poder asesinó. Pero somos dos Muertos muy fuertes, en busca de la inteligencia, dejando la "viveza criolla" en la otra cancha.
Defender la propia inocencia exige una manifestación del ser, propone una acción del espíritu y un atlético intelecto, mas allá de la inteligencia (capacidad de adaptarse a las circunstancias para sobrevivir)



Escribe Camus:
                      "Verdad es que se trata de una obra sin término. Pero aquí estamos nosotros para continuarla. No creo suficientemente en la razón, para adherirme a la idea del progreso, ni tampoco en ninguna filosofía de la historia, pero a lo menos creo que los hombres nunca dejaron de avanzar en el proceso de adquirir conciencia de su futuro. No hemos superado aún nuestra condición, y sin embargo cada vez la conocemos mejor. Sabemos que nos hallamos en una situación contradictoria, pero también que tenemos que rechazar la contradicción y hacer todo lo que sea preciso para reducirla. Nuestro cometido de hombres estriba en hallar aquellas fórmulas capaces de apaciguar la angustia infinita de las almas libres. Tenemos que volver a coser aquello que se ha desgarrado, hacer nuevamente concebible la justicia en un mundo tan evidentemente injusto, hacer que vuelva a adquirir significación  la felicidad de los pueblos envenenados por la infelicidad del siglo. Por cierto que se trata de un cometido sobrehumano. Pero el caso es que se llaman sobrehumanas aquellas tareas que los hombres cumplen en muy largo tiempo; he ahí todo".


Juan Carlos, en el juzgado, junto a un bello amigo ocasional. Lo único valedero de aquella estúpida audiencia.

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