-¿Cómo va eso?-
-Y bien, usted sabe, acá leyendo el expediente, una vez mas, intentando prepararme para esto; es un buen día Hoy-
- Perdóname que te diga pero...como te cagaron la vida!-
-Y...mire, es lo que me ha tocado, a la fecha el trabajo con mas antigüedad que he tenido; ahora si lo que usted busca es repetir lo negativo, bueno, otros eligen portar un arma para robar o para defender extraños, y en definitiva eligen jugarse la vida por unos mangos...en ambos casos. En cambio a mí me vino en el paquete. Pura Vida, que disfrute el día-
Seguí caminando hacia los expedientes, esa tostadora mental plagada de folios, huellas y declaraciones mas disparatadas que las aventuras de mi querido amigo Wilson. Pensé en cuanta argentinidad aflora hasta cuando el otro se preocupa por uno! el tipo se molestó en pararme para darme su buenaventura de mierda; pero claro, el hombre conoce el paño y le gusta el regodeo. Y digo que lo conoce pues en el ámbito legal el siga...siga es mas pesado que en el fútbol.¿ Que nos lleva a tanta palabra que ni siquiera representa la sana preocupación por el otro? Empiezo a darme cuenta que el peso de la palabra coima al ánimo dándole aliento, pero que sin saberlo, muchas veces exhala podrido.
Lo curioso fue que al llegar a los 27 cuerpos del delito me encontré con buenas nuevas pues la banalidad no le escapa a un juez o a un investigador, como tampoco lo hace con los testigos en cualquier circunstancia de la vida...y que melifluo puede ser el aire si se llena de peleles
Cuando la pelotudez no tiene fronteras la banalidad la abrazo con regocijo.
Pura Vida!
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