Pasaron varios días hasta que al fin pude retomar la ilación perdida por el impasse. Soy un amigo que sale poco de su casa, pues menos mal ya que afuera todos van armados para la pelea. Cualquiera que ella fuese.
Aún no puedo hacerme creer que disfruté de estos días de quietud, que aunque con rejas, me separaron de tanta tontera, tanto cotilleo de viejas de barrio. Cosa que sucede en algunos asientos de espectador en la sala de debate, y algunas veces en el banquillo de los testigos.
Hace unas semanas, uno de mis amigos que declaró en el juicio me llamó indignado, –Pero viejo, en algunos medios están diciendo cosas que yo no dije, ¿cómo puede ser?-
Es cierto, ¿Cómo puede ser?
Sencillamente, Es.
Intereses creados, sacrificio de los medios como entes autónomos, ausencia de ideales periodísticos, todo puede ser tras un manto que el ciudadano medio desconoce. Somos animales de engorde. Es simple, si nos dieran la comida digerida en una pastilla y nos dijeran:”Tómese 4 por día”, ¿Cuántos se tentarían con tal de ahorrar tiempo, con tal de aplacar neuronas?
En su tratado “¡Oximorón!”, el Subcomandante Insurgente Marcos escribe, y a su vez cita:
”Con la globalización de la economía se globaliza también la cultura. Y la información. De ahí que las grandes empresas de la comunicación "tiendan" sobre el mundo entero su red electrónica sin que nada ni nadie se los impida. Ni Ted Turner, de la cnn; ni Rupert Murdoch, de News Corporation Limited; ni Bill Gates, de Microsoft; ni Jeffrey Vinik, de Fidelity Investments; ni Larry Rong, de China Trust and
International Investment; ni Robert Allen, de att, al igual que George Soros o decenas de otros nuevos amos del mundo, han sometido jamás sus proyectos al sufragio universal (Ignacio Ramonet, op cit, p.109).
En la globalización fragmentada, las sociedades son fundamentalmente sociedades mediáticas. Los media son el gran espejo, no de lo que una sociedad es, sino de lo que debe aparentar ser. Plena de tautologías y evidencias, la sociedad mediática es avara en razones y argumentos. Aquí, repetir es demostrar.
Y lo que se repite son las imágenes, como ésas grises que ahora nos presenta la pantalla globalizada.
Debray nos dice: La ecuación de la era visual es algo así como: lo visible = lo real = lo verdadero.
¿Dónde se dio el salto que iguala lo visible con lo verdadero? Trucos de la pantalla globalizada.
El mundo entero, mejor aún, el conocimiento entero está ahora a la mano de cualquiera con una televisión o una computadora portátil. Sí, pero no cualquier mundo y no cualquier conocimiento.
Debray explica que el centro de gravedad de las informaciones se ha desplazado de lo escrito a lo visual, de lo diferido a lo directo, del signo a la imagen.
Analizando el comportamiento de la información en Francia durante la Guerra del Golfo Pérsico, se devela el poder de los media: al inicio del conflicto el 70% de los franceses se mostraban hostiles a la guerra, al final el mismo porcentaje la apoyaba. Bajo el golpeteo de los media, la opinión pública francesa se "volteó" y el gobierno obtuvo el beneplácito por su participación bélica.
Estamos en la "era visual". Así las informaciones se nos presentan en la evidencia de su inmediatez, por tanto es real lo que se nos muestra, por tanto es verdadero lo que vemos. No hay lugar para la reflexión intelectual crítica, a lo más hay espacio para comentaristas que "completen" la lectura de la imagen. Lo visual no está hecho, en esta era, para ser visto, sino para dar "conocimiento". El mundo ha devenido en una mera representación multimedia, que suprime al mundo exterior, capaz de ser conocida en la misma medida en que es vista. Sí, inicios del tercer milenio, siglo XXI, y la filosofía boyante en nuestro mundo "moderno" es el idealismo absoluto.”
Pasó otro día, aún estoy aquí y aún espero.
Releo lo que les he citado, y tengo mucho para entender todavía.
Alessandra habla de libertad, o la falta de ella acerca de no tener con quien compartirla. Los vuelos, acompañados. En mi caso mi independencia está tratando de ser bajada de un hondazo por un puñado de marionetas escribientes, que casualmente, trabajan en los media, que acaso ni siquiera vean un regalito en la cartera de la dama o en el bolsillo del caballero.
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