sábado, 9 de agosto de 2014

Un dia en mi vida

Dìas atrás realicè la propuesta de incorporar 14 testigos mas ante el Tribunal de la Càmara Segunda en lo Criminal de Cipolletti, un nuevo listado con algunos que ya han declarado en la causa Zerdàn y otros que nunca lo han hecho. Aùn resta confirmar si habrá un nuevo juicio o definitivamente se cierran las puertas que conducen a la acusación que recae sobre mi padre y quien escribe respecto al asesinato de Ana.                
Durante la feria judicial de julio nuevamente tomè el largo expediente de la causa y me dispuse a leerlo en forma completa por tercera o cuarta vez en mi vida. Pudiendo dedicarle 6 horas de lectura al dìa, me fui concentrando en algo ineludible: la torpeza que embarga el pensamiento en cualquier estrato laboral que nos compete como sociedad toda. Ver y leer el horror de la malformación profesional que abarca a los investigadores de esta causa, y al maleable y melifluo razonar del juez Juan Torres, sòlo me hace descubrir mas de lo mismo: la desidia en que  navegamos muchos por este hemisferio sur en nuestro diario vivir,                                       
Encontrè al menos 4 lìneas investigativas que podrían haberse seguido si el nombrado Torres y los investigadores de la causa asì lo hubiesen impulsado; y digo “líneas investigativas” pues la sumatoria de indicios de las cuales cada una de estas se desprenden, poseen mas fuerza que la acusación  berreta y ladina que hemos sufrido en estos 14 años, desde que se comenzò a tejer esta falsa telaraña, donde nunca caminaron los asesinos de Ana.                           
A modo de ejemplo aquì va una fàbula verdadera que descansa entre los 27 cuerpos de la causa:   
                                         "Habìa una vez una pesquisa que nos llevaba a un joven –NN- que trabajò con Ana Zerdàn en Spacio Fùtbol 5. Meses después de dejar el trabajo en la cancha, el mismo -NN- robò en su ex trabajo. No sòlo Ana reconoció en sede policial al ladròn, sino que -Fulano de tal-  su empleado durante el robo (1999), hizo lo mismo con el mencionado –NN-. Incluso -Fulano de tal- lo ratifica en el expediente al reconocerlo entre fotografìas varias que se le mostraron.                  
¿Què hicieron los investigadores de la causa al respecto?                 
Puedo decirles lo que encontrè en el expediente: NADA. Ni siquiera el nombre del ladròn. No se le pregunta a -Fulano de tal- nada al respecto ¡que incluso cuenta que ya conocìa a – NN- desde un par de años antes del robo, cuando este acudìa al Fùtbol 5 como cliente!                  
Incluso dos testigos mas hacen alusión a –NN- pues Ana les había contado sobre este suceso; sin embargo, aquí tampoco el Juez Torres o los investigadores le dieron demasiada importancia como para siquiera preguntar el nombre de este delincuente, ¡que incluso es detenido por este robo!. Ana también le consulta a un mèdico legista amigo y de su confianza sobre que hacer al respecto de este delito sufrido.                                        
Eso es –NN- un desconocido no investigado con un móvil probable para querer herir o matar a Ana; y he estado preso y conozco cuanto mas sencillo es acceder desde una càrcel a “encargar un trabajo afuera”. Este tipo sin nombre merecía ser investigado tanto como mi padre o yo, y sin embargo nadie fue por èl, El juez o uno de los tantos policías intervinientes no se molestaron en buscar el archivo de sus huellas dactilares para cotejarlas con la famosa huella encontrada sobre la tapa de la mochila del inodoro, ubicada dentro del baño del laboratorio, cercano adonde fue encontrada Ana....y colorìn colorado..."   
Este suceso que les narrè no le importò a nadie: ni al juez, ni a los investigadores, ni el abogado querellante. Ni que decir del fiscal Maggi.        
¿Y las amigas de Ana?. Sè de una que tenía pleno acceso al expediente, que pudo haber encarado su propia investigación, si "tanto querìa a Anita", como dijo siempre; pero no, prefirió quedarse con la idea que mi padre, Juan Carlos Aguirre, no sòlo era adùltero sino asesino. Y  esas fueron todas sus pesquisas; y bien lo sè, porque al expediente recién se lo vio marcado por su uso y lectura, cuando ingresò en el 2007 en la Càmara Segunda en lo Penal de Cipolletti constituìda por los Doctores Cèsar Gutièrrez Elcaras, Guillermo Baquero Lazcano y Pablo Repetto. Fueron ellos los primeros jueces que le dieron verdadera lectura a esta causa, pues si bien su tarea consistió en determinar la autorìa o no que en este crimen nos correspondìa a mi padre y a mì, también llegaron a una conclusión en su sentencia del 13 de mayo de 2008, y èsta dejaba en claro varios puntos:  
-Juan Carlos Aguirre y Juan Manuel Aguirre Taboada no son los autores del crimen de Ana Zerdàn.
-La huella encontrada en la tapa de la mochila del inodoro aùn permance N.N y debe ser remitida a todos los registros nacionales de huellas dactilares del país para su reconocimiento, y tal vez, esclarecimiento de este espantoso crimen.           
-Se siguió un jucio moral contra Juan Carlos Aguirre y su caràtula de “Infiel y vividor”, por parte de varias amistades de Ana, pero nada de esto conducía a certezas con respecto a la identidad de -èl o los asesinos de Ana-. Màs bien fue una caza de brujas por parte de algunos amigos de Ana buscando adosarle un móvil moraL a mi padre acerca de este asesinato.                      
            



Luego de releer el expediente encontrè mas de 50 testigos que habían declarado en instrucción y que no fueron llamados en el primer juicio o fueron incorporados por lectura. Entendì que entre estos se hallaban varias hipótesis acerca del asesinato de Ana, “puntas de investigación” que nunca fueron chequeadas; pero también entiendo que pedir citar a todos estos testigos sòlo traería un juicio mas largo, pues en este sòlo se debatirà nuestra inocencia o culpabilidad, y este agujero en el sistema es algo que lamento muchísimo, tal vez como nunca, porque es ahora cuando cabe la posibilidad tal vez única, de hallar a los asesinos de Ana Zerdàn, y esto es, claro, en un juicio; lugar donde el caso vuelve a salir a la luz mediática, al oído popular y la palabra entre vecinos, pasillo donde corretea la opinión pública, interesada o no.
Y digo agujero en el sistema pues creo que en el expediente mismo se encuentra la resolución de este crimen, en todas esas dudas que no nos atañen ni a mì ni a mi padre, y que jamàs han sido llevadas al extremo de lo investigativo. Y es esta la desidia del trabajo que no se hizo, de los careos que no se realizaron ni las huellas dactilares que no se cotejaron a tiempo. Y todo este trabajo a pesar que el sistema avala al acusado, la duda lo beneficia y su culpabilidad debe ser demostrada; por eso hace mucho que siento profundamente mantener esta batalla en pos del esclarecimiento del asesinato de Ana, pues mi inocencia la doy por hecha desde siempre.                                                                
                                                           

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